redacción
06/05/2010
La
propuesta del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, de disolver el parlamento durante la segunda quincena de septiembre y celebrar elecciones dos meses después no es suficiente para que los “camisas rojas” abandonen sus propuestas.
El movimiento de los “
camisas rojas”, seguidores fieles del ex primer ministro depuesto y condenado por corrupción Thaksin Shinawatra, exigen una fecha concreta de disolución del parlamento como requisito indispensable para poner fin a sus protestas, que bloquean varias zonas de la capital, Bangkok, desde hace casi dos meses.
Parecía que la propuesta de Abhisit facilitaría la llegada a un acuerdo con los “camisas rojas”, que exigen su dimisión y la convocatoria de elecciones anticipadas por considerar que su gobierno es ilegítimo. Sin embargo, la oferta del primer ministro no ha convencido ni a los opositores ni a sus seguidores.
Los que en su día se opusieron a Thaksin y en principio apoyan al actual gobierno, los “camisas amarillas”, exigen a Abhisit que ponga fin al conflicto aplicando la ley y sin negociaciones. Es más, consideran que si no es capaz de hacerlo debería dimitir.
La Alianza Popular por la Democracia (APD), el partido de los “camisas amarillas”, cree que Abhisit ha buscado un plan para salvar su cargo sin tener en cuenta las consecuencias para el país. También le acusan de que la propuesta de elecciones anticipadas forma parte de negociaciones secretas con el entorno de Thaksin, actualmente exiliado del país.
Este movimiento critica, además, el proyecto de
reconciliación nacional en cinco fases presentado por el primer ministro. Los “camisas amarillas” consideran que los “camisas rojas” son terroristas, por lo que no habría que reconciliarse con ellos sino combatirlos.
Por su parte, Abhisit asegura que no está negociando con nadie, pero advierte que si los “camisas rojas” no aceptan su oferta y no abandonan sus protestas y regresan a sus casas, él no disolverá el parlamento hasta que termine la legislatura.
La falta de confianza entre las partes dificulta la llegada de una solución pacífica del conflicto en este país dividido política y socialmente entre una élite urbana representada por el actual gobierno y el campesinado seguidor del populismo de Thaksin.