Redacción
08/02/2013
Para China, el Año de la Serpiente trae una verdadera renovación e inicia una nueva etapa política. En marzo celebrará la Asamblea Popular Nacional y cambiará a sus dirigentes: Xi Jinping y Li Keqiang tomarán el relevo a Hu Jintao y Wen Jiabao como presidente y primer ministro respectivamente.
China inicia una nueva etapa con la necesidad de afrontar importantes retos para conseguir transformar su economía y al menos mantener un ritmo de crecimiento superior al 7%. Se ha de estimular el consumo interno para ser menos dependientes de las exportaciones y sobre todo la economía china tiene que madurar y cambiar el “made in china” por el “created by China”.
Además, los nuevos líderes tendrán que buscar soluciones a los graves problemas medioambientales que ha traído el desarrollo económico y encontrar alternativas. También tendrán que controlar el malestar social y combatir las diferencias económicas, sin olvidar la lucha contra la corrupción que tanto los ha desgastado.
Son buenos deseos y en algunos puntos imprescindibles para que el Año de la Serpiente de Agua sea un buen año.
El 10 de febrero los chinos entran en el año 4711 de su calendario. El Año Nuevo Chino se celebra en la segunda luna nueva tras el solsticio de invierno, por eso no tiene una fecha fija y varía cada año, aunque siempre tiene lugar entre el 21 de enero y el 21 de febrero.
El año pasado el 23 de enero se celebró la entrada del año 4710 y en 2014 el Año Nuevo Chino caerá el día 31 de enero.
Aunque desde 1912 China adoptó oficialmente el calendario gregoriano, mantiene sus tradiciones y el Año Nuevo se celebra de forma oficial.
Fiesta de la Primavera
El
Año Nuevo Chino, también conocido como la Fiesta de la Primavera, es la celebración más importante del año y para los chinos es su principal periodo de vacaciones. En el caso de la República Popular de China tienen siete días de vacaciones y por tanto es una semana extraña en que el país se paraliza, incluso cierran fábricas y tiendas al menos los primeros cinco días, pero a la vez se multiplican los desplazamientos.
Se puede decir que todo el país está en movimiento. Millones de chinos que viven en las ciudades cogen aviones, trenes o autobuses para ir a visitar a sus familias en sus lugares de origen.
El movimiento es tan importante que las autoridades, este año, han empezado a hablar del coste medioambiental que tienen los viajes, especialmente en un momento en que ciudades como Pekín viven picos de contaminación que han disparado todas las alertas e incluso han obligado a pedir a la población que permanezca algunos días en casa.
En realidad, las fiestas de Año Nuevo son muy parecidas a la forma que en el mundo cristiano se celebra la Navidad. Son unas fiestas en que se reúne la familia, se celebra una comida tradicional y se intercambian regalos.
Días antes se limpia la casa para echar simbólicamente las cosas malas que se han acumulado durante todo el año y así prepararse para recibir el Año Nuevo con deseos nuevos. Se adorna la casa con caligrafías sobre papel rojo.
En la cena de Año Nuevo no pueden faltar algunos alimentos como el pescado que se pronuncia “yu” y que en chino tiene el mismo sonido que la palabra abundancia o sobrante. Los “jiao zi”, unas típicas empanadillas rellenas de carne o verdura con forma de media luna, también son imprescindibles ya que dan buena suerte y significan fortuna. Además se suelen servir ocho platos, porque el ocho es el número de la suerte.
La mayoría de los chinos siguen la programación especial de la televisión estatal china y a partir de las doce de la noche salen a celebrar con petardos la llegada del Año Nuevo. En la mayoría de las grandes ciudades se prepara un espectáculo de fuegos artificiales.
La pólvora es otro elemento imprescindible del Año Nuevo, ya que se utiliza para asustar a los malos espíritus y atraer riqueza. Los pasacalles con dragones y petardos son una parte importante de las fiestas, al igual que los maratones de ópera china.
El primer día del año la tradición dice que hay que estrenar ropa, a ser posible algo rojo, y los más jóvenes reciben sobres rojos con dinero. El mismo tipo de sobres que en las empresas se utilizan para dar una gratificación especial a los trabajadores.
El Año Nuevo no sólo lo celebran los 1.300 millones de habitantes de la República Popular, a ellos hay que sumarles la población de Singapur y Taiwán y las numerosas comunidades chinas de emigrantes que en países como Australia, Canadá o Estados Unidos son muy abundantes.
Las celebraciones duran quince días y acaban con la fiesta de las linternas.
Esperemos que las mejores perspectivas económicas que tiene China, en comparación con las economías occidentales, se consoliden y ayuden a la recuperación de la economía global y el año de la serpiente nos traiga prosperidad para todos
¡gong xi fa cai!