Redacción
17/01/2013
Leung destinará el equivalente a 1.000 millones de euros en subsidios para que se sustituyan hasta 80.000 vehículos comerciales con motores diesel contaminantes que recorren las atascadas arterias de esta vibrante plaza financiera internacional.
La degradación de la calidad del aire en Hong Kong amenaza su atractivo como gran centro de servicios asociados a la pujanza de la segunda economía mundial.
Los ciudadanos de Hong Kong denuncian desde hace años amenazas medioambientales relacionadas con el boom económico que vive China, de la cual forman parte desde 1997 bajo el régimen especial de “un país, dos sistemas”.
Su autonomía garantiza el imperio de la ley y libertades de expresión y de manifestación no reconocidas en el resto de China. Existe la separación de poderes pero no la elección por sufragio universal directo de los diputados y del jefe del ejecutivo, autoridad designada acorde con los intereses de Pekín por un colegio de compromisarios.
Además de las protestas por cuestiones de índole social, económica o medioambiental, los hongkoneses también han exigido reiteradamente en los últimos años la elección directa del Jefe Ejecutivo.
El 1 de enero, miles de ciudadanos se manifestaron por las calles de la ciudad para exigir la dimisión del Leung, al conocerse irregularidades relacionadas con su vivienda.
Los problemas de vivienda son un asunto sensible en Hong Kong, por la habitual escasez de suelo y la idiosincrática especulación inmobiliaria, fundamento de la mayoría de grandes fortunas locales.
Al tiempo que anunciaba medidas para mejorar la calidad del aire, Leung anunciaba un plan para liberar suelo y garantizar 100.000 pisos públicos de alquiler en un período de cinco años.
Actualmente hay 200.000 jóvenes en Hong Kong inscritos en la lista de espera para la concesión de un piso de protección oficial, según recogen los
medios locales.
En este contexto, que Leung hubiera llevado a cabo reformas sin licencia en su vivienda no le hace precisamente popular.
El mercado inmobiliario de Hong Kong está sometido a una fuerte presión especulativa en parte también por las inversiones de los nuevos ricos del resto de provincias chinas.
Acusado como todos los jefes del ejecutivo de ser un títere de Pekín, Leung ha querido insistir en su discurso de política general en que va a defender los intereses de los hongkoneses por encima de todo.
En este mismo sentido, promete combatir eficazmente la entrada de mujeres chinas para dar luz en la antigua colonia británica, otra práctica que sobresatura los hospitales públicos locales.
En la impopularidad de Leung también ha influido su intento, fallido por otro lado, de instaurar en las escuelas de Hong Kong asignaturas de formación en los valores del Partido Comunista de China.