La economía japonesa muestra ligeros signos de recuperación

Redacción 17/05/2012 El PIB de Japón ha crecido un 1% en el primer trimestre de 2012 respecto al trimestre anterior. La economía da signos de empezar a recuperarse tras un año marcado por las devastadoras repercusiones del tsunami y del accidente nuclear de Fukushima.

Los datos oficiales del primer trimestre muestran que la economía ha crecido un 4,1% anualizado. La fuerte inversión del estado en los trabajos de reconstrucción y el buen comportamiento del consumo interno, que se ha incrementado en un 1,1%, han sido los principales responsables del aumento del PIB.

El gobierno japonés ha comprometido un presupuesto de 249.000 millones de dólares a la reconstrucción de las zonas afectadas por el tsunami del 11 de marzo de 2011.

Aunque el crecimiento del PIB es una buena noticia, los expertos la han recibido con cautela ya que el panorama mundial, con una grave crisis en Europa, un raquítico crecimiento en Estados Unidos y una desaceleración de la economía china no permiten esperar la recuperación de las exportaciones japonesas en un futuro inmediato.

El PIB de Japón es muy dependiente de sus exportaciones y éstas se ven seriamente afectadas por la caída de la demanda mundial y la fortaleza del yen, que les resta competitividad.

Aunque el gobierno ha intervenido en varias ocasiones para frenar la revaluación de su moneda, la crisis de deuda en la eurozona continúa provocando que los inversores recurran al yen como moneda refugio.

La economía japonesa ha tenido que hacer frente a los problemas causados por el tsunami, que destruyó infraestructuras, empresas y cadenas de suministro. El accidente nuclear de Fukushima, además, ha provocado graves carencias energéticas.

El suministro de electricidad se ha visto seriamente afectado. Actualmente, la totalidad de los reactores nucleares, que suministraban un tercio de la energía que consumía el país, están parados.

Las grandes multinacionales niponas también se han visto afectadas por las inundaciones que padeció Tailandia a finales de 2011, las peores de los últimos cuarenta años, ya que muchas de sus cadenas de producción estaban localizadas en el vecino asiático.