Redacción
04/07/2011
Finalmente los votos pueden conseguir lo que las manifestaciones y las protestas de los partidarios de Thaksin, conocido como los “camisas rojas”, no consiguieron hace un año, cambiar el gobierno. El ejército, que derrocó a Thaksin en 2006 con un golpe de estado incruento, esta vez va a dejar trabajar a los políticos. El Jefe del Ejército, Prayuth Chan-ocha, ya ha anunciado que los militares permanecerán neutrales y no intervendrán.
Las elecciones vuelven a dar el gobierno a la familia del ex primer ministro Thaksin Sinawatra; su hermana Yingluck Shinawatra ha anunciado que formará un gobierno de coalición con los partidos minoritarios y controlará el 60% del Parlamento.
Thaksin, condenado por corrupción, dirige los movimientos de sus aliados desde Dubai, donde vive exiliado para evitar la cárcel. Ya ha asegurado que no tiene intención de regresar a la política a pesar de que durante la campaña su hermana ya anunció que le concedería la amnistía para que pudiera regresar.
A pesar del resultado electoral y de la aceptación por parte del ejército del dictado de las urnas, está por ver si la estabilidad regresará a la política tailandesa y los partidarios del hasta ahora primer ministro, los “camisas amarillas” se conformarán con los resultados o saldrán a las calles.
De momento, las elecciones muestran claramente que la fractura social persiste en Tailandia. Las diferencias entre los “camisas amarillas”, que representan a las élites de gobierno y clases medias afines al rey y predominantemente urbanas, frente a los “camisas rojas”, que representan a las clases populares, principalmente a los campesinos, parecen insalvables.
Yingluck Shinawatra ha ganado con contundencia las elecciones legislativas. Su partido, el Puea Thai (Para Los Tailandeses), ha conseguido 265 de los 500 escaños del Parlamento. Aunque podría gobernar en solitario, ampliará su gobierno dando entrada a cuatro pequeñas formaciones.
El hasta ahora primer ministro, Abhisit Vejjajiva, ha reconocido su derrota al obtener tan sólo 160 diputados y ya ha presentado la dimisión como líder de su partido. Abhisit ha pedido que se respete los resultados y se ha comprometido a una transición tranquila.
La futura primera ministra, Yingluck Shinawatra, es una empresaria de 44 años sin experiencia política previa que entró en campaña al convocarse las elecciones. Su único valor es su apellido y por ello se convirtió en representante de su hermano.
Aunque desde su exilio autoimpuesto de Dubai, Thaksin Sinawatra, se ha apresurado a hacer declaraciones asegurando que no tiene intención de regresar a la política tailandesa y que con su hermana el gobierno está en “buenas manos”, su mensaje se entiende como un intento de tranquilizar a los militares a los que no les sería fácil aceptar su regreso.
Un golpe militar derrocó a Thaksin en 2006 aprovechando que el entonces primer ministro asistía a una conferencia en Naciones Unidas. Desde entonces se ha promulgado una nueva constitución y han pasado cinco primeros ministros por el gobierno sin conseguir la estabilidad.
La inestabilidad política ha lastrado la economía tailandesa. Las continuas crisis de gobierno y las manifestaciones y graves disturbios en las calles de Bangkok han perjudicado gravemente la floreciente industria turística del país.
Desde todos los sectores se ha pedido reiteradamente un pacto de estado para garantizar la estabilidad; está por ver si se conseguirá, pero de momento la bolsa ha respondido con optimismo al resultado electoral y la moneda tailandesa se ha revalorizado un 1% frente al dólar.
Thaksin Sinawatra ha sido juzgado y condenado a dos años de prisión por corrupción y fraude fiscal, abandonó el país para eludir la cárcel. Su mujer también fue condenada a tres años de cárcel por fraude.
Durante su mandato al frente del gobierno, thaksin fue acusado reiteradamente de ganar las elecciones gracias a la compra de votos.
Desde el exilio ha seguido dirigiendo y financiado a sus partidarios. En 2007 y tras la aprobación de la nueva constitución sus aliados ganaron las elecciones e incluso su cuñado fue elegido primer ministro en 2008, pero la presión de los “camisas amarillas” en las calles y las diferentes sentencias judiciales, que obligaron al partido a disolverse acusado de corrupción y compra de votos a otras formaciones, les llevó a la oposición.
A pesar de todo, las urnas dan de nuevo la victoria a este ex magnate de las telecomunicaciones convertido en político populista frente a las élites políticas tradicionales que no han conseguido ganarse la confianza del pueblo.