La exposición "Un jardín japonés: topografías del vacío", de Esther Pizarro llega a Segovia
La exposición Un jardín japonés: topografías del vacío, de la artista Esther Pizarro, convierte la Real Casa de Moneda de Segovia en un laboratorio del paisaje.
La artista crea un proyecto en el que reproduce la topografía del país nipón, su división política en 8 regiones y 47 prefecturas, representándolo en islas. Crea un jardín japonés como una réplica del paisaje natural y la construcción de una identidad cultural.
Estas "topografías del vacío" están delimitadas por contendores escultóricos, construcciones hechas por la artista, sobre los que descansa la vegetación con los que refleja, simbólicamente, los cambios sociales y urbanos de Japón.
La exposición está organizada gracias a la colaboración entre Casa Asia y el Ayuntamiento de Segovia.
"Un jardín japonés: topografías del vacío" es una instalación efímera y ambulante que se ha exhibido en Barcelona y Madrid. En la Real Casa de Moneda de Segovia se puede ver hasta el 17 de enero de 2016.
En palabras de la autora, Esther Pizarro, "el jardín japonés constituye una representación del mundo, una especie de microcosmos donde se produce una ausencia de escala. Los diferentes elementos que lo componen se relacionan entre sí con un orden simbólico. Cada trazo, cada vegetación, cada color posee su significado".
De este modo, las ocho estructuras que conforman el archipiélago nipón, y el jardín, tienen continuidad entre ellas y el visitante podrá desplazarse como en el interior de un organismo vivo, sobre un mar de sal, un símbolo de lo que queda "cuando el agua desaparece", explica la artista.
La coloración del musgo representa la densidad de población en la isla, de los rojos y naranjas que identifican las zonas más pobladas, hasta llegar a las distintas escalas de verdes, las menos habitadas. Los bonsáis indican las 20 ciudades con más población.
La instalación también encierra el aspecto del paso del tiempo a través de una red lumínica que atraviesa las cinco regiones de la isla central, Honshu, en una cadencia de cinco minutos y que permite sentir el ciclo de la naturaleza del paso del día a la noche. Este recorrido se completa, además, con la reproducción en la sala del sonido del oleaje, la brisa y aves marinas, que lo convierte en una experiencia sensorial que cede a la reflexión sobre las relaciones afectivas y emotivas asociadas a la geografía del jardín japonés más tradicional.
La exposición está comisariada por Menene Gras Balaguer. "Este proyecto reúne la expresión de una tradición milenaria representada en la figura del 'jardín japonés"' y su vigencia en la obra de arquitectos y paisajistas que lo han adoptado en su ideario estético, como Tadao Ando, Isamo Noguchi, Toyo Ito, Kengo Kuma y Shigeru Ban", afirma Menene Gras. La muestra también confronta los principios del jardín japonés con los del mundo de la cartografía y del mapa.
La tradición del jardín japonés
Sakkei, el 'enmarcado', es uno de los aspectos fundamentales en cualquier jardín japonés, para conducir la mirada y lo que posibilita su propia existencia.
En el texto elaborado por la comisaria para esta exposición, los modelos de jardín que se empezaron a construir en Japón respondían a dos tipos de iniciativas: el jardín de los emperadores y de la nobleza diseñado para el placer estético, como se puede ver en los primeros jardines del palacio imperial de Kioto construido en el siglo VIII; y el jardín adyacente a los templos budistas, diseñados para la contemplación y la meditación. Los jardines japoneses se desarrollaron a partir del intercambio comercial, político y económico entre China y Japón durante el período Asuka, en los siglos VI y VII, donde también se produce la llegada del budismo procedente de China y la introducción de la escritura kanji.
El jardín realizado por Esther Pizarro responde al karensansui, un estilo de jardín seco con una base de arena o grava que invita a la meditación según se rastrilla representando las olas del mar y que contiene piedras, arbustos o maderas, entre otros elementos de la naturaleza.
Modelo de orden y armonía, un jardín japonés se concibe como un espacio de meditación en comunión con la naturaleza. Representa el universo y se crea para inspirar vitalidad y serenidad. Así, pues, en base al archipiélago que configura el país nipón se ha diseñado un jardín japonés que trata de conectar con los valores estéticos universales de esta cultura.
Esther Pizarro, la artista
Esther Pizarro (Madrid, 1967) es doctora por la Universidad Complutense de Madrid y profesora titular de la Universidad Europea de Madrid. El interés por la ciudad y por cómo el ser humano se mueve, percibe y se identifica en los espacios urbanos constituye el epicentro de su investigación. Ha sido becada por la Fundación Pollock-Krasner de Nueva York, la Academia de España en Roma, el Colegio de España en París y la Comisión Fulbright en Estados Unidos. Ha expuesto individual y colectivamente fuera y dentro de nuestro país. En los últimos años, ha realizado numerosas instalaciones efímeras e intervenciones en espacios públicos, sea con carácter temporal o permanente, como en la Exposición Universal de Shangái, la Expo de Zaragoza o el West Lake Park de Hangzhou, en China.