Japón dice adiós a la Constitución Pacifista
El gobierno de Shinzo Abe ha resistido las presiones de la oposición y de la opinión pública y ha conseguido aprobar definitivamente la reforma de la constitución que permitirá que el ejército japonés pueda combatir en el extranjero.
Ni las protestas en la calle, ni las tácticas dilatorias empleadas por la oposición han conseguido torcer la decisión del conservador Shinzo Abe, que se apoya en el nacionalismo y considera la reforma vital para hacer frente a la emergencia de China como potencia militar y a los desafíos de Corea del Norte.
A partir de ahora las denominadas Fuerzas de Autodefensa, nombre con el que se conoce al ejército en Japón, tendrán las funciones propias de unas fuerzas armadas y podrán desplegarse en el extranjero sin problemas.
Aunque la partida estaba ganada, ya que la coalición de gobierno que lidera el Partido Liberal Demócrata tenía la mayoría suficiente para aprobar la reforma constitucional, la oposición se ha empleado a fondo para dilatar el proceso y sobre todo conseguir desgastar la imagen del primer ministro, Shinzo Abe.
Primero una batería de preguntas y enmiendas para retrasar el debate y después dos días en que incluso se ha recurrido a la fuerza física para evitar la votación, han sido las armas utilizadas por la oposición.
En el parlamento se han visto imágenes con diputados abalanzándose sobre sus contrincantes y propinando puñetazos, más propias de un partido de rugby que de un órgano legislativo.
Y mientras en las calles ha ido creciendo el número de manifestantes contrarios a la reforma. En la noche del sábado unas treinta mil personas se concentraron ante el Parlamento.
En un país donde son muy raras las respuestas ciudadanas a la acción de gobierno, la reforma de la constitución ha sacado a la gente a la calle.
Según las diferentes encuestas publicadas, más de la mitad de la población está en contra de la reforma, como está en contra de volver a poner en marcha las centrales nucleares, otro de los objetivos de Abe.
En los últimos meses la popularidad del primer ministro se ha ido hundiendo en las encuestas.
A pesar de perder la batalla de la opinión pública, finalmente Shinzo Abe ha conseguido aprobar por 148 votos a favor y 90 en contra la controvertida reforma.
Reforma de la Constitución Pacifista
La llamada "Constitución Pacifista" fue impuesta por Estados Unidos tras la derrota de Japón en la II Guerra Mundial. En ella y para prevenir un futuro rearme del país que pudiera desembocar en nuevos conflictos se prohibía que las Fuerzas de Autodefensa japonesas pudieran llevar a cabo acciones militares fuera del territorio japonés, su función se limitaba a defender el país dentro de su territorio.
Setenta años después se reforma la carta magna, o como sostiene el gobierno nipón, se reinterpreta el artículo 9 de la constitución.
A partir de ahora el ejército nipón podrá combatir en el extranjero cuando Japón, o algún aliado, sea atacado y se amenace la supervivencia del país, o cuando no existan otros medios adecuados para garantizar la seguridad y siempre que el uso de la fuerza se limite a un mínimo necesario
La reforma permitirá a Japón participar en misiones de la ONU o en operaciones conjuntas con sus aliados, como por ejemplo Estados Unidos. Hasta ahora Japón solo había prestado ayuda logística en las misiones internacionales, nunca tropas de combate.
En su reciente discurso de conmemoración del setenta aniversario del fin de la guerra, Shinzo Abe dejó claro que la intención de Japón, o al menos de su gobierno, es de pasar página.
Como siempre, pidió perdón por el sufrimiento causado por las agresiones de Japón durante la II Guerra Mundial, pero con la misma frialdad y poca convicción que gobiernos anteriores, para a continuación declarar que Japón no debe seguir pidiendo disculpas indefinidamente y las nuevas generaciones no deben estar condenadas a disculparse por el pasado.
La reforma agrada especialmente a su principal aliado, Estados Unidos, que ya dispone de unos 40.000 efectivos desplegados en territorio japonés. Con la reforma Japón podrá colaborar más activamente con Washington.
Los críticos advierten que Japón podría verse arrastrado a conflictos no deseados, tipo la guerra de Irak. También temen que Tokio se pueda convertir en el "sheriff" de Estados Unidos en Asia.
China ha mostrado su descontento por lo que califica de escalada militarista de su vecino y advierte sobre los riesgos que ello representa, recordando siempre el pasado imperialista de Japón.