Antiguo aliado de Rajapaksa y ex ministro de Sanidad, Maithripala Sirisena se ha convertido en las últimas semanas en un serio desafío para el presidente.
Rajapaksa había basado su capital político sobre todo con la victoria final en la guerra contra los Tigres Tamiles, a los que consiguió literalmente aniquilar en el terreno militar.
El cansancio de la guerra y la perspectiva de una mejora económica alimentada por las inversiones chinas le habían situado en una posición de hegemonía indiscutible.
Pero ese mismo éxito es el que ha generado un rechazo por un parte creciente del electorado, porque dicho poder casi absoluto ha supuesto la incorporación de numerosos familiares a la alta jerarquía de la administración.
El rechazo del nepotismo y la corrupción entre la mayoría cingalesa lo ha capitalizado Sirisena, que además es un candidato bien visto por las minorías étnicas.