Maithripala Sirisena se presentó hace un mes a las elecciones anticipadas, convocadas por el presidente Rajapaksa sin grandes posibilidades de vencer. Pero en poco tiempo ha conseguido capitalizar el descontento por los excesos de Rajapaksa y se ha alzado con la victoria por el 51,3% de los votos.
Rajapaksa, que gobernaba en Sri Lanka desde 2005, ha reconocido la derrota y ha garantizado de inmediato una transición de poderes estable.
El sorprendente resultado de estos comicios, inimaginable hace tan sólo unas semanas, tiene su explicación por el cansancio de parte de la comunidad cingalesa, la etnia mayoritaria, ante el ejercicio del poder hegemónico por parte de Rajapaksa.
Éste había colocado en puestos clave de la administración a familiares y afines y ha ido malgastando así el crédito conseguido con el éxito militar contra la insurgencia tamil.
Sirisena, del mismo partido que Rajapaksa y antiguo ministro de sanidad suyo, ya contaba con amplios apoyos entre la comunidad tamil y los musulmanes.