La denuncia de la violación de una pasajera por un conductor en un coche de la compañía de transporte Uber ha llevado a la prohibición de este servicio en la capital, Nueva Delhi. La empresa no había comprobado los antecedentes de agresión sexual del conductor en un país con altos índices de violencia contra las mujeres.
Esa ha sido la razón aducida por las autoridades para retirar la licencia a Uber aunque ésta, por el momento, ha seguido aceptando reservas a través de su aplicación para teléfono móvil.
De hecho, no se sabe hasta qué punto la actividad de Uber podrá ser neutralizada por los responsables de transporte de la capital india, puesto que los vehículos que participan en la red de esta empresa multinacional no llevan distintivo alguno.
La anulación de la licencia para operar también afecta a otras empresas de radiotaxi. Este tipo de servicios son muy utilizados en las congestionadas ciudades indias, como Delhi o Bombay.
Los transportes públicos son insuficientes para el gran movimiento de urbes muy extensas y pobladas.
Además, el acoso, los abusos, las agresiones sexuales e incluso la violación son un hecho común en trenes suburbanos y autobuses, ante la pasividad o complicidad del resto de pasajeros.
El taxi es en principio un medio más seguro para las mujeres. La denuncia contra el conductor de Uber coincide prácticamente con el segundo aniversario de la violación múltiple en un autobús y posterior muerte de una estudiante también en Delhi.
El caso causó conmoción en India y el gobierno endureció las leyes contra la violación y las agresiones sexuales.
Con todo, el machismo sociológico que no ve como un delito las agresiones sexuales contra las mujeres está lejos de atenuarse a pesar de las duras condenas aplicadas en algunos casos como el de la violación múltiple del autobús.