Hong Kong: la democracia cede el paso a los coches, por ahora
Los demócratas de Hong Kong han acabado cediendo ante la evidencia de que no pueden doblegar la decisión de Pekín de imponer sus candidatos en 2017, pero han dejado libre el paso en Admiralty al grito de ¡Volveremos! Y lo harán, el pulso sigue abierto.
Tras setenta y cinco días de manifestaciones y acampada frente al flamante edificio de la sede del gobierno de Hong Kong, el campo demócrata cede ante la imposibilidad de avanzar más.
La firmeza del gobierno chino y el cansancio de los ciudadanos de Hong Kong por las perturbaciones que las protestas generan en la vibrante actividad del territorio han convencido a los estudiantes y a los líderes de Occupy Central de la retirada.
Evidentemente se trata del fin de un primer asalto puesto que los manifestantes se marchaban el jueves con la promesa de volver.
Curiosamente, es una estrategia maoísta a la que recurre en esta ocasión el campo demócrata. Si el enemigo avanza, tú te retiras, no sufres bajas, recuperas fuerzas y esperas una nueva ocasión oportuna para pasar de nuevo a la ofensiva.
Al colectivo estudiantil y prodemócrata esta retirada temporal le ha costado 247 detenciones, Pero se ha ahorrado sufrir el uso de la fuerza por parte de la policía, un recurso que al gobierno del territorio solamente le ha traído una mala imagen contraproducente.
Por el momento se ha impuesto sin paliativos la fuerza de Pekín. En 2017 los habitantes de Hong Kong votarán en sufragio universal al que será el próximo Jefe Ejecutivo local. Pero, y ahí radica la fuente del conflicto, solamente podrán presentarse candidatos filtrados previamente por el gobierno central.
El sistema no dista mucho de lo que se podría conocer en otros parámetros y otras épocas como democracia orgánica.
Los argumentos de Pekín y del gobierno afín de Hong Kong derivan de la ausencia de tradición democrática en el territorio y en China continental. Si nunca se ha aplicado hasta ahora el sistema de "una persona, un voto", las elecciones de 2017 son un paso adelante.
Pero el campo demócrata de Hong Kong, una ciudad abierta al mundo con todas las libertades menos la de la plena democracia, se resiste a que no se cumpla la promesa de un sufragio universal real en 2017.
Democracia versus estabilidad
Finalmente, el contencioso entre la protesta y los intereses de la mayoría de la población de Hong Kong se ha inclinado a favor del dueño de la tienda.
Los comerciantes y en conjunto los agentes económicos de la excolonia reclamaban desde hacía semanas que los estudiantes liberaran las áreas bloqueadas en el centro de la isla de Hong Hong y en el área comercial de Mong Kok, en la parte continental del territorio.
Y finalmente así a sido, a tan sólo quince días de las fiestas de Navidad, con las luces de colores colgando de las fachadas de los rascacielos más significativos de la isla, los que aparecen profusamente decorados en los fuegos artificiales de fin de año.
Y cuando acaba 2014, los comerciantes, el alma de la ciudad, empiezan a prepararse para el Año Nuevo Lunar.
Entonces los ciervos de peluche que acompañan a Santa Claus son sustituidos por el animal de turno del zodíaco chino. Este año va a ser la cabra la que va a ocupar los escaparates y las estanterías durante todo enero. Y hasta el 19 de febrero, el día en el que coincide este año la entrada en el Año de la cabra.
Los árboles de navidad luminosos de los rascacielos van a ser sustituidos por el tradicional Kung Hei Fat Choi, la felicitación por el año nuevo chino.
La luz comercial va a brillar durante el invierno, hasta la fiesta de la Primavera, la del calendario tradicional chino, no la política.
La luz de las ideas, la apertura democrática, se demorarán más. Probablemente no se materializarán hasta que el gobierno chino no vea en este nuevo escenario algo que ganar, básicamente, legitimidad.
Y entretanto, los estudiantes y los líderes demócratas de Hong Kong encontrarán inteligentemente, como han demostrado desde el inicio de la protesta, el momento y la estrategia más adecuada para favorecer el cambio, la transición de la libertad condicional, a la democracia.