Los ciudadanos de Sri Lanka no deberían ir a las urnas hasta dentro de dos años pero Rajapaksa teme que el buen momento que atraviesa el país, conocido antiguamente como Ceylán, no se prolongue hasta 2016.
Tras derrotar de manera cruel y sangrienta a los Tigres de Liberación del Tamil Eelam en 2009, Rajapaksa ha presidido una etapa de gran prosperidad en la isla, con crecimientos del 7%, básicamente bajo el impulso de las inversiones chinas.
Colombo y Pekín han sellado una alianza para la construcción en la isla de un puerto de aguas profundas en la ruta comercial marítima de Oriente a Occidente.
Al tiempo, China completa así una red de alianzas que rodean a su rival regional más poderoso en el sur de Asia, India.
Si el éxito económico es indiscutible, Rajapaksa no genera tanta unanimidad en el terreno político, puesto que se le acusa de construir un régimen cada vez menos democrático, con sus aliados más fieles al frente.
Dos hermanos del presidente controlan respectivamente la política económica y la defensa.
Precisamente gracias a este control total de las instituciones, Rajapaksa ha conseguido cambiar las leyes para poder presentarse a un tercer mandato, en contra de la tradición constitucional cingalesa que limitaba la permanencia en el cargo a dos mandatos.