China y Japón aprovechan la cumbre APEC para descongelar sus relaciones diplomáticas
El presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, mantienen la primera reunión, en dos años, para mejorar las relaciones entre los dos países deterioradas por disputas territoriales, aprovechando la cumbre APEC.
La reunión de los países miembros del Foro de Cooperación Económica de los Países del Asia Pacífico (APEC, siglas en inglés), que se celebra en Pekín, ha servido para escenificar la primera aproximación entre los dos líderes y facilitar la primera foto conjunta estrechándose la mano.
A pesar de ello, la frialdad del saludo y el rígido comportamiento gestual parecen mostrar que el acercamiento entre la segunda economía mundial y la tercera no será fácil.
La disputa por la soberanía de unas islas en el Mar del Este de China -conocidas como Senkaku, en Japón y Diayou, en China- ha tensado las relaciones entre los dos países.
Las islas, están controladas por Japón y China reclama su soberanía. Aunque están deshabitadas tienen importancia estratégica para los dos países.
Tras el encuentro, el primer ministro japonés ha declarado que la reunión es el primer paso para mejorar las relaciones y ha anunciado que los dos países establecerán un mecanismo para gestionar las crisis marítimas y evitar choques o enfrentamientos entre buques de los dos países.
Por su parte el presidente chino ha asegurado que espera que Japón mantenga la apuesta por el desarrollo pacífico y mantenga decisiones militares prudentes. También ha pedido a Japón que asuma su papel en la historia en tiempos de guerra y el sufrimiento causado.
Es la primera vez que el presidente, Xi Jinping, y el primer ministro, Shinzo Abe, mantienen una reunión personal desde que los dos accedieron a sus respectivos cargos.
Los dos han apostado por reforzar el nacionalismo en sus países. La emergencia de China como potencia económica y también militar en el Pacífico es vista como una amenaza por Japón, que bajo el mandato de Abe ha apostado por reformar la constitución pacifista para dotarse de un ejército convencional que pueda participar en misiones fuera de su territorio, algo que las actuales fuerzas de autodefensa tienen prohibido.