Los manifestantes de Hong Kong mantienen el desafío a Pekín
Miles de manifestantes siguen ocupando las calles de Hong Kong exigiendo elecciones democráticas y la dimisión del jefe del ejecutivo CY Leung. La situación en la excolonia británica se enroca sin perspectivas a corto plazo de solución.
El 1 de octubre, día de la Fiesta Nacional de China, se ha convertido en un día de reivindicaciones en Hong Kong, tal como habían previsto los responsables del movimiento "Occupy Central" y las organizaciones estudiantiles.
El día de fiesta ha servido para que más personas hayan salido a las calles para protestar por la reforma electoral impuesta por Pekín con el objetivo de controlar los candidatos que se presenten a las elecciones a jefe del ejecutivo de Hong Kong previstas para 2017.
Las protestas han tenido un tono festivo y familiar y se han extendido por diferentes barrios de Hong Kong, además del centro de la ciudad donde se encuentran las dependencias del gobierno y el centro financiero.
Los actos oficiales en conmemoración del 65 aniversario de la instauración de la República Popular de China se han visto enturbiados por las protestas. El tradicional izado de la bandera por el jefe del ejecutivo de Hong Kong ha sido contestado de forma pacífica con manifestantes de espaldas en señal de protesta. Los habituales fuegos artificiales, indispensables en cualquier festividad china, han sido anulados.
El movimiento prodemocracia exige la retirada de la reforma impuesta por China y la dimisión del jefe del ejecutivo, Leung Chun-ying (conocido en Hong Kong como CY Leung).
Aducen que no se puede dialogar con el responsable de ordenar la utilización de material antidisturbio contra los manifestantes, que además ha demostrado una sumisión total a las órdenes del gobierno chino. Amenazan con prolongar las protestas, ampliar las zonas de manifestación y ocupar edificios gubernamentales.
Sin embargo Leung ya ha anunciado que no piensa dimitir y ha advertido que, a pesar de las protestas, la decisión de Pekín de reformar la ley que permitirá las primeras elecciones por sufragio universal en Hong Kong es firme.
Leung ha recordado que es mejor tener el derecho a votar a no tenerlo, aunque este derecho esté limitado a elegir entre los candidatos aprobados por Pekín.
Llegados a este punto está por ver el poder de los estudiantes en mantener en el tiempo la presión de sus protestas y la capacidad de resistir del gobierno que espera que la población, poco amante de los conflictos que afectan a la economía, se canse.
A la espera de la reacción del gobierno chino
El gobierno de Pekín tiene serias limitaciones para responder al desafío de los manifestantes de Hong Kong, a pesar de los rumores que han corrido por la excolonia de una posible intervención del ejército popular.
Por un lado el presidente chino, Xi Jinping, necesita mantener su imagen de político fuerte y la autoridad indiscutible del gobierno del Partido Comunista; además no se puede permitir un efecto contagio y que las protestas se extiendan por otras regiones del continente.
Pero por otro lado Hong Kong no es una región más de China, es una importante plaza financiera mundial que sirve de escaparate y polo de atracción a la inversión. Su población está acostumbrada a un amplio nivel de libertades.
La Región Administrativa Especial de Hong Kong tiene un estatus particular fruto de las negociaciones para la retrocesión de la soberanía de la colonia británica a China en 1997, que se resume en el axioma de "un país, dos sistemas". China se comprometía a mantener una amplia autonomía en Hong Kong -incluida moneda propia- a excepción de la política exterior y la defensa.
En Hong Kong existe libertad de prensa y un sistema judicial independiente. Pekín no puede utilizar sus habituales armas: controlar la información, evitar la exposición pública de la represión y amenazar con dudosos procesos judiciales que acaban con largas condenas a los protagonistas de las protestas.
Posiblemente el recuerdo de la masacre de Tiananmen sigue siendo una herida demasiado reciente y traumática en la historia del Partido Comunista de China para que se atrevan a repetirla.
Lo que pase en Hong Kong no sólo se sigue minuto a minuto en el mundo occidental, también se sigue con especial atención en Taiwán. El gobierno chino lleva años tejiendo un entramado de lazos e intereses económicos para acercarse a lo que oficialmente consideran una provincia rebelde de China.
Una fuerte represión en Hong Kong posiblemente haría rebrotar el sentimiento independentista en Taiwán y sus partidarios podrían volver al poder en las próximas elecciones.
Hasta el momento, los desafíos de la población de Hong Kong a los intentos del gobierno central chino de recortar sus libertades han conseguido sus objetivos.
Hace dos años Pekín tuvo que retirar su controvertida reforma educativa para estimular el patriotismo chino de los estudiantes y en 2003 se vio obligado a dejar en el olvido un proyecto de ley antisubversiva.
Está por ver si en esta ocasión Pekín tendrá la suficiente astucia para negociar en un tema, elecciones democráticas directas, al que tiene mucho miedo. Casi con seguridad el resultado se sabrá antes del 20 de octubre, fecha de la reunión anual del plenario del Partido Comunista de China, una cita a la que Xi Jinping no se puede permitir llegar con protestas "subversivas" en las calles.