Durante las últimas semanas las multitudinarias concentraciones en Hong Kong han marcado la agenda mediática internacional. "La revolución de los paraguas" o "la primavera asiática", son algunos de los grandes titulares que nos han dejado durante el desarrollado de las concentraciones los grandes medios de comunicación. Es una premisa casi pueril el que todos estamos a favor de los manifestantes y en contra de la represión que el Gobierno chino ejerció, sobre todo, durante los primeros días, con el uso del gas pimienta y la relativa laxitud hacia ciertas agresiones que sufrieron los manifestantes que, mantuvieron una actitud en todo momento pacífica y, sorprendentemente cívica.
Presenciamos con optimismo exacerbado y casi ilusorio el órdago que han planteado los jóvenes manifestantes ante el Gobierno chino y el ejecutivo de Leung Chun-ying. Pero, a la hora de comprender el porqué de todo ésto, parece que se nos escapa. Siempre ha sido tarea de los medios de comunicación el contar aquello que está pasando, pero un toque de memoria histórica nunca está de más, el saber de dónde venimos parece ser una asignatura pendiente o directamente olvidada. Queda mejor un titular en el que el presidente estadounidense Barack Obama o el primer ministro británico David Cameron, muestran su preocupación por los sucedido y, acto seguido, el Gobierno chino pronuncia su habitual coletilla "ésto son asuntos internos, no queremos la injerencia de otros países en nuestros asuntos de política interna", tras lo cual, parecen diluirse las declaraciones de intenciones en espera del desenlace.
Intentemos pues hacer un breve ejercicio de memoria histórica, abordando algunas cuestiones que pueden ser de utilidad a la hora de comprender un poco mejor las causas que han provocado el desarrollo de las manifestaciones y la postura del Gobierno chino.
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