China y Japón dan los primeros pasos para rebajar la tensión
El viceprimer ministro japonés, Taro Aso, se ha reunido con su homólogo chino Zhang Gaoli en Pekín en un encuentro que permite esperar un acercamiento entre las dos primeras potencias de Asia, enfrentadas por graves diferentes históricos y por la disputa territorial de las islas Senkaku-Diaoyu.
La reunión de los dos viceprimeros ministros, celebrada este miércoles en la capital china, podría ser el preludio de un encuentro entre el primer ministro Shinzo Abe y el presidente Xi Jinping en noviembre con ocasión de la cumbre de APEC, que se celebra este año en Pekín.
Hasta la fecha, desde la llegada de Xi Jinping al poder y de Shinzo Abe al gobierno de Tokio ha sido imposible celebrar una reunión al más alto nivel entre ambos mandatarios.
Ninguno de los dos gobiernos ha estado dispuesto a tender la mano, para no dar ante sus respectivas opiniones públicas y la comunidad internacional la sensación de que estaban cediendo ante el rival regional.
En el caso de la cumbre de APEC del 8 al 10 de noviembre en Pekín, resulta mucho más fácil organizar un encuentro entre Xi y Abe sin tener que dar más explicación que la coincidencia en el tiempo y el lugar de los líderes de las dos principales potencias de Asia, la segunda y la tercera economías mundiales.
La enemistad de los últimos meses y años entre dos gobiernos con postulados cada vez más nacionalistas tiene más que ver con la imagen que proyectan y las personalidades de Abe y Xi que con un choque profundo entre dos economías que se retroalimentan.
Los intereses comunes entre Japón y China son muchos, pero la disputa por la soberanía de las Senkaku-Diaoyu y la incapacidad de Japón para reconocer y pedir perdón por los crímenes del ejército imperial en territorio chino durante la primera mitad del Siglo XX han distanciado a los gobiernos de Tokio y Pekín.
En realidad, el acercamiento que representa la reunión entre Taro Aso y Zhang Gaoli no garantiza que las relaciones entre China y Japón se vayan a recomponer, pero sí demuestra una cierta voluntad de evitar que las disputas no perjudiquen los intereses comunes en materia económica y comercial.