De hecho, los puestos clave se mantiene en manos de los pilares del primer gobierno Abe a pesar del evidente fracaso de su política económica, la famosa Abenomics.
La reforma tiene mucho que ver con la pérdida de apoyos tras el aumento de los impuestos sobre el consumo introducido en abril.
Y el hecho de que Abe apueste por el factor femenino tiene varias razones.
Es cierto que Shinzo Abe siempre se ha manifestado a favor de un mayor papel de la mujer en la sociedad y en la política nipona.
De ahí que pasar de dos ministras a siete es un incremento evidente aunque notablemente engañoso del papel que la mujer vaya a jugar en el nuevo gobierno.
Para empezar, el número de ministras, cinco sobre dieciocho carteras, no supera el que ya había tenido algún gobierno anterior del Partido Demócrata.
Solamente asumen una cartera relevante, la de economía, comercio e industria, aun cuando la verdadera responsabilidad de las cuentas niponas seguirá recayendo en el influyente Taro Aso, que mantiene la cartera de Finanzas y el cargo de viceprimer ministro.
Pero más que poder real, dar entrada a cinco ministras es un guiño a un electorado, el femenino, mucho más desencantado con Abenomics que el masculino, según apuntan las encuestas.
Y más allá del guiño, está la razón de fondo que impulsa al primer ministro Abe en su declarada voluntad de reforzar el papel de la mujer en la sociedad japonesa.
Es una razón puramente económica, la necesidad de incorporar al mercado de trabajo la inmensa reserva de mano de obra femenina que tradicionalmente abandona su carrera para cuidar de marido e hijos.
Con bajos índices de natalidad y altos niveles de supervivencia, Japón es un país que envejece a marchas forzadas.
Es un país aislacionista, la condición insular influye. La posibilidad de aceptar inmigrantes no provoca entusiasmos en una sociedad marcadamente tradicional.
De ahí que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo sea visto como la única solución para garantizar el rejuvenecimiento del mercado laboral.
Al margen del impulso al papel de la mujer, la elección de las nuevas ministras refuerza el perfil conservador del gabinete, puesto que tanto ellas como los ministros pertenecen a grupos conservadores y nacionalistas del entorno del Partido Liberal Demócrata (PLD).
Por lo general son partidarias de las visitas del primer ministro al templo de Yasukuni, donde reposan entre las víctimas de la guerra algunos de los criminales confesos del Japón militarista y expansionista de finales del XIX y primera mitad del XX.
Además del cambio en el gobierno, Abe ha reforzado en el PLD la posición de dos dirigentes con buenas relaciones en China, el país con el que Japón mantiene el contencioso territorial por las islas Senkaku-Diaoyu y que representa, hoy por hoy, su gran rival regional a cualquier efecto.