Tras la destrucción de la planta de Fukushima por el tsunami, el gobierno japonés suspendió la actividad de la treintena de centrales nucleares del país para revisar su normativa de seguridad.
Ahora la planta de Sendai se considera suficientemente segura bajo la aplicación de los nuevos criterios de seguridad reforzada.
La central ya había conseguido una autorización preliminar en julio y ahora se han cumplido con éxito las semanas de plazo destinadas a las consultas públicas sobre su idoneidad.
Solamente queda el trámite de las autoridades locales, en principio favorables a una reactivación que podría hacerse efectiva en diciembre.
La industria nuclear japonesa se consideraba segura antes del tsunami de 2011 a pesar de haberse producido ya con anterioridad algunos incidentes de gravedad media. Hasta entonces generaba el 30% de la electricidad consumida en Japón.
Pero el terremoto de marzo de 2011 y la posterior llegada de la ola gigante demostraron la inseguridad de las instalaciones construidas en la línea de costa.
A ello se añadió una pésima gestión del siniestro por parte de la empresa concesionaria, Tepco, lo que obligó al gobierno a hacerse cargo directamente de la crisis.
Tokio decidió ir cerrando las centrales pero nunca se ha planteado seriamente el abandono de este tipo de generación debido a su alta dependencia energética.