Redacción
25/04/2014
Este mes de abril había entrado en vigor el incremento de los impuestos sobre el consumo, que pasó de ser del 5% al 8%. Algunos analistas habían anticipado su temor que el nuevo tipo supusiera un contratiempo a la estrategia inflacionaria que se ha marcado el gobierno de Shinzo Abe para salir del estancamiento que ha dominado la economía nipona durante dos décadas.
Por los primeros datos anticipados correspondientes a la capital, el resultado no sería negativo, puesto que la subida de precios, debida a los impuestos, demuestra que, al menos por el momento, no ha habido una compensación en el margen de las empresas y comercios.
El objetivo del gobierno es que la inflación genere beneficios que puedan generar más gasto y así dinamizar el consumo interno.
En este mes de abril, los precios en la capital se han incrementado en un 2,7% respecto al mismo mes del año pasado.
La apatía del consumo ha mantenido inertes los precios durante años, una deflación crónica que ha tenido un grave impacto sobre la que fue la segunda economía del mundo.
Hoy situada en tercer lugar, por detrás de Estados Unidos y China, la economía japonesa busca revitalizarse con medidas incentivadoras clásicas diseñadas por el gabinete del primer ministro Shinzo Abe y conocidas como la receta Abenomics.
Los expertos dudan de la sostenibilidad de una estrategia basada en la inversión pública y los incentivos fiscales.
Con el
dato del IPC de Tokio conocido este viernes Shinzo Abe puede al menos exhibir una mejora en la recaudación gracias a ese diferencial del 3% en el impuesto al consumo que puede venirle muy bien al país más endeudado del mundo.