Redacción
24/04/2014
Perdido en el Himalaya, encajado entre India y China, el pequeño reino de Bután ha vivido aislado, sumido en sus tradiciones y espiritualidad hasta época muy reciente.
Bután no abrió sus puertas a los extranjeros hasta 1974. Aunque ha iniciado un camino pausado hacia la modernización, en las calles de la capital, Thimbu, convive el ambiente medieval de los Dzong (monasterios fortalezas medievales) junto con los cibercafés.
El corazón espiritual del país se encuentra en los magníficos monasterios budistas de los valles de Punakha, Phobjika y Bumthang. En Paro encontraremos un casco histórico excepcional y el famoso monasterio de Taktshang (a 900 m. de altura) que ha sido restaurado tras su destrucción en un incendio.
No sabemos si son las majestuosas montañas, la pureza del aire o las enseñanzas del budismo, pero Bután (que significa la tierra del dragón de truenos) es el único país que mide la Felicidad Interior Bruta (FIB), porque considera que es mucho más importante que el Producto Interior Bruto (PIB).