Redacción
25/03/2014
El premio
Pritzker, el galardón más prestigioso de arquitectura, mira de nuevo hacia Oriente, por tercer año consecutivo. En esta ocasión premia la arquitectura comprometida que busca soluciones a las emergencias humanitarias y a las necesidades básicas de la gente, a través de la innovación.
Shigeru Ban (Tokio, 1957) es autor de obras emblemáticas como el
Centro Pompidou de Metz o el centro
Nicolas G. Hayek, en Tokio, pero también ha sabido buscar soluciones para los momentos de crisis humanitaria donde es necesario realojar de forma urgente a los damnificados, por ello también se le ha bautizado como el arquitecto de los pobres.
El comunicado oficial de la
Fundación Hyatt, encargada de entregar el
Premio Pritzker, ha destacado que durante veinte años Shigeru Ban “ha viajado a lugares de todo el mundo donde se han producido desastres naturales y provocados por el hombre, para trabajar con ciudadanos locales, voluntarios y estudiantes en el diseño y construcción de refugios reciclables, dignos y de bajo coste, así como edificios comunales para las víctimas de esos desastres”.
El trabajo de Ban se caracteriza por la originalidad, la economía, la investigación y el ingenio de sus obras que no se basan en soluciones de alta tecnología. Los diseños de este arquitecto priorizan el crear lugares habitables y cómodos para las personas que los van a usar buscando soluciones que a veces pasan por la utilización de materiales no convencionales como el bambú, el papel, las telas o los compuestos de fibra de papel reciclado.
En 1994 el conflicto de
Ruanda dejó a tres millones de refugiados a la intemperie,
Shigeru Ban propuso una solución para construir a base del uso de tubos de cartulina reciclables como columnas, paredes o vigas. Eran baratos, fáciles de transportar y evitaban la deforestación. A partir de entonces empezó a trabajar como consultor por ACNUR.
En 1995 Ban fundó la ONG llamada "
VAN" (Red de arquitectos voluntarios). Desde entonces ha aportado soluciones en situaciones extremas o de desastres naturales, como las viviendas de emergencia levantadas tras el terremoto de
Kobe, utilizando como cimientos cajas de cervezas, o más recientemente los tabiques de tela para dar privacidad a las familias que durante meses tuvieron que convivir en centros de acogida tras el tsunami de
Fukushima.
Shigeru Ban ha trabajado en zonas asoladas por catástrofes como Turquía, India, Sri Lanka, Haití, Italia, Nueva Zelanda o Filipinas.
Desde su oficina de Paris Ban ha asegurado que recibir este premio es un gran honor y que “Debo continuar escuchando a la gente para la que trabajo, en mis encargos residenciales privados y en mi trabajo de ayuda en caso de desastres. Veo este premio como un aliento para seguir haciendo lo que hago y no para cambiarlo, si no para crecer”.
En los últimos cinco años la Fundación Hyat ha premiado el trabajo de cuatro arquitectos asiáticos. Estos premios se pueden entender como una demostración de que la creatividad y la innovación se desplazan hacia Oriente donde también se desarrolla uno de los procesos de urbanización más importantes de la historia.
En 2012 se otorgó el
Priztker al arquitecto chino
Wang Shu, que también destaca por desarrollar un trabajo respetuoso con el medio ambiente y la tradición a la vez que crítico con el desarrollo salvaje que sufre su país.
El año pasado
Toyo Ito fue el galardonado por su arquitectura innovadora y conceptual y en 2010 el estudio japonés
SANAA, de Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, fue premiado por crear un lenguaje arquitectónico singular donde sus edificios interactúan con su contexto y con la actividad para la que están diseñados.
En los últimos años parece que los
Pritzker huyen de la arquitectura espectáculo para premiar la arquitectura que busca soluciones de habitabilidad.
El Premio
Pritzker fue creado hace 35 años y reconoce la excelencia de arquitectos vivos y cuyo trabajo constructivo suponga una contribución significativa a la humanidad.