Pakistán abre conversaciones con una delegación de grupos talibanes
El gobierno de Pakistán intenta poner fin a años de insurgencia talibán en el norte del país con la apertura de una ronda de conversaciones con los líderes del islamismo radical. Tras una primera reunión con una delegación insurgente, las condiciones marcadas por el gobierno serán trasladadas al liderazgo talibán.
Redacción
07/02/2014
La buena noticia que supone esta primera reunión, celebrada en Islamabad, puede resultar en un nuevo callejón sin salida si los líderes talibanes, que desde 2007 amenazan seriamente la estabilidad de Pakistán, rechazan los términos sobre los que el gobierno pakistaní espera poder basar el diálogo.
Para empezar, Islamabad plantea que toda la negociación se ciña al marco constitucional, cuando los talibanes pretenden imponer por las armas la ley islámica, que ya rige en las áreas tribales donde tienen sus feudos.
Como segunda condición, el gobierno propone restringir el ámbito y el objeto de las conversaciones a las áreas afectadas por la violencia talibán y no al conjunto del país.
Es cierto que la insurgencia talibán está localizada en el norte y el oeste del país, aunque en ocasiones ha buscado el centro del poder político.
La delegación gubernamental exige que la violencia cese totalmente durante el desarrollo de las conversaciones.
Asimismo, Islamabad quiere garantizarse el compromiso de los talibanes para que las negociaciones no se eternicen en el tiempo sin alcanzar un acuerdo.
Miles de personas han muerto en los atentados y ataques de los milicianos talibanes en el norte y el oeste de Pakistán desde que la insurgencia tomara cuerpo hace siete años.
El contagio de la resistencia talibana en Afganistán tras la intervención internacional acabó atravesando la porosa frontera entre ambos países.
Lejos de ganar la partida el gobierno pakistaní, el conflicto se ha enquistado, lo que supone una piedra en el zapato de difícil resolución en un país ya muy tocado por las dificultades económicas.
La inestabilidad causada por la insurgencia talibán compromete toda posibilidad de que Pakistán pueda seguir el ritmo de las economías emergentes de Asia, para empezar la de su archienemigo tradicional, India.