Redacción
20/01/2014
Según los datos oficiales publicados por la Oficina de Estadística China, el PIB del último trimestre creció un 7,7% frente al 7,8% del trimestre anterior. A pesar de la ralentización, la economía china cerró 2013 superando las previsiones del gobierno y manteniendo la misma tasa de crecimiento de 2012.
China conserva el puesto de segunda economía del mundo con un Producto Interior Bruto (PIB) de 9,31 billones de dólares, por detrás de Estados Unidos, que acumula un PIB de 15 billones de dólares.
El gobierno chino ha conseguido controlar la inflación en el 2,6% y ha creado diez millones de nuevos puestos de trabajo en 2013.
Aunque el crecimiento de la economía fue ligeramente superior a la prevista por el gobierno, es la tasa más baja desde 1999 y queda lejos del crecimiento de dos dígitos que durante tres décadas transformó la economía china.
Sin embargo, a pesar de la desaceleración del crecimiento, un incremento del PIB del 7,7% permite al gobierno profundizar en las reformas para cambiar el modelo económico y transformar una economía basada en la inversión y en las exportaciones en un modelo impulsado por el consumo interno.
Para conseguir el cambio de modelo económico, Pekín ha impulsado reformas fiscales y financieras, además de apostar por impulsar la urbanización. La creación en Shanghai de una Zona Franca sirve de laboratorio para testar las futuras reformas.
China apostó por impulsar y financiar la inversión para sostener el crecimiento durante los años de la crisis financiera y ahora muchos expertos muestran preocupación por el alto endeudamiento de las administraciones locales y la situación en que podrían quedar los bancos estatales chinos si no recuperan sus préstamos.
Además, ha crecido exponencialmente lo que se conoce como “banca en la sombra”, entidades no bancarias que conceden préstamos de forma opaca y que con su falta de transparencia pueden poner en peligro el crecimiento de la economía china.