Dolors Rodríguez
09/01/2014
Wong Kar-Wai crea una película de
Kung Fu, de gran potencial visual, para enamorar a los que no aman el Kung Fu.
El filme, más que un biopic de la figura de Ip Man, adopta formas de tragedia griega o drama shakesperiano pasado por el delicado tamiz de la estética oriental.
“
The Grandmaster” recorre la vida de
Ip Man, que ha pasado a la historia como el maestro de Kung Fu de otra leyenda, Bruce Lee.
A través de este personaje interpretado por uno de sus actores fetiche, Tony Leung, Wong Kar-Wai nos enseña las distintas escuelas de artes marciales (Wing Tsun, Bagua, Xingyi y Baji), el código de honor que las rige y sus rivalidades. Las
artes marciales no son una forma de defensa, son una filosofía de vida: ser, conocer y transmitir.
De la mano de
Ip Man también recorreremos la convulsa historia de China desde la instauración de la república (1911), pasando por la ocupación japonesa, los intentos de las provincias del Sur de China de independizarse (1936), la II Guerra mundial, la guerra civil entre los nacionalistas del Kuomintang y los comunistas para acabar con el triunfo de estos últimos de la mano de Mao Tse-tung.
Ip Man nació en Foshan (sur de China) en el seno de una familia acomodada; su mujer estaba emparentada con la nobleza. Hasta los cuarenta años su vida fue fácil, no necesitó trabajar y se dedicó a perfeccionar las artes marciales. Durante la invasión japonesa lo perdió todo. Fue un miembro activo del Kuomintang, liderado por Chiang Kai-shek, y por ello tuvo que acabar exiliándose.
En 1950 consigue huir a Hong Kong y para sobrevivir se dedica a enseñar artes marciales. El cierre de la frontera en 1951 entre la entonces colonia británica de Hong Kong y la República Popular de China le impiden volver a reunirse con su familia. Con el tiempo Bruce Lee se convertirá en su alumno más famoso y popularizará el Kung Fu en occidente, pero está parte no aparece en el filme.
A
Wong Kar-Wai le interesa plasmar el retrato de una época, en un filme épico pero a la vez intimista y nos conduce por la historia de unos perdedores, que a pesar de todo consiguen mantener sus valores y la dignidad.
El mundo de Ip Man desaparece, la China comunista reniega de su pasado y lo hace desaparecer. Como explica el filme, el mundo casi aristocrático de las artes marciales, su conocimiento y sus valores queda reducido a una calle de Hong Kong, donde diferentes academias compiten por los alumnos.
Los amantes de las artes marciales no encontrarán en esta película los tradicionales combates, sino elaboradas coreografías creadas por
Yuen Yuen Wo Ping (Matrix, Tigre y Dragon, Kill Bill). Los combates bajo la lluvia, en exquisitos burdeles o en hermosos escenarios helados componen escenas de gran belleza y precisión. Al fin y al cabo, según la película, el Kung Fu es una forma de vivir.
Wong Kar-Wai crea planos construidos como si fueran cuadros, auténticos bodegones estilizados y elegantes donde todo está estudiado y nada aparece por casualidad.
Al igual que en “2046” o en “Deseando amar”, la cámara nos distancia de la historia para que la observemos y disfrutemos con el brillo de la seda, la sensualidad de los labios, o la habilidad de los golpes. El realizador vuelve a jugar con una historia dentro de otra historia, en este caso la de
Ip Man y China.
“The Grand Master” ha sido un largo y costoso proyecto en el que Wong Kar-Wai ha invertido seis años de planificación y tres de producción. El rodaje empezó en noviembre de 2009 y finalizó en noviembre de 2012, después de varias interrupciones.
La investigación sobre las diferentes escuelas de artes marciales fue exhaustiva, los actores –
Tony Leung, Zhang Ziyi, Chang Chen, Wang Qingxiang- tuvieron que aprender artes marciales durante largo tiempo y se construyeron decorados a escala real. El resultado ha convertido en “The Grand Master”, un éxito de taquilla en China.
La película inició su periplo internacional inaugurando el pasado Festival de Berlín.
El filme empieza y acaba con una definición del
Kung Fu: son dos palabras,
horizontal y vertical, la deshonra y la gloria. En el Kung Fu, al igual que en la vida, hay que mantenerse en pie… si no, pierdes.