Redacción
03/12/2013
El compromiso de las Fuerzas de Seguridad de no reprimir de forma violenta a los manifestantes ha rebajado la tensión en las calles de Bangkok, tras los duros enfrentamientos de los últimos días que se han saldado con cinco muertos y más de un centenar de heridos.
Un portavoz oficial ha asegurado que el gobierno no desea confrontación en las calles y el jefe de la Policía Metropolitana, el general Kamronvit, ha declarado a la prensa que no se utilizarán gases lacrimógenos, ni se impedirá por la fuerza la ocupación de sedes oficiales.
La oposición ha saludado como una victoria la decisión de retirar la protección de los edificios oficiales que habían amenazado con ocupar a la fuerza.
La primera ministra, Yingluck Shinawatra, ha rechazado dimitir para que se forme un “consejo popular” de gobierno tal como exige la oposición.
Yingluck asegura que esa petición es inaceptable y anticonstitucional, pero se ha mostrado dispuesta a dialogar.
La justicia ha emitido una orden de detención contra el líder de los manifestantes, Suthep Thaugsuban, pero la policía de momento no ha intentado detenerlo.
La oposición acusa al gobierno de la primera ministra de estar en realidad controlado por su hermano, el exprimer ministro Thaksin Shinawatra, condenado por corrupción y que permanece en el exilio.
Las protestas, en un principio pacíficas, se iniciaron por la tramitación de una ley de amnistía que permitiría el regreso de Thaksin. A pesar de que su hermana se ha visto obligada a retirarla, las protestas han continuado.
La oposición también acusa al gobierno de Yingluck de practicar una política populista, de ayudas y subvenciones a las zonas rurales, que lastra el desarrollo económico.
Tailandia parece que no es capaz de dejar atrás el enfrentamiento político entre los dos grandes partidos, que aunque han ido cambiando de nombre, representan a dos facciones muy diferenciadas y una auténtica fractura social.
La familia Shinawatra, los camisas rojas, representan a las clases populares y la Tailandia rural del noroeste del país. Por el contrario la oposición, el movimiento de las camisas amarillas, representan a las clases medias urbanas, muchas veces profesionales y de sectores cercanos al rey y al ejército.