La economía de Japón ralentiza su crecimiento a pesar de la receta Abenomics
El trimestre de julio a septiembre ha supuesto una ralentización del crecimiento en Japón a pesar de la receta conocida como Abenomics, la fuerte inyección de dinero para reactivar la economía nipona, paralizada durante dos décadas. El PIB japonés se ha expandido un leve 0,5%, prácticamente la mitad que en el trimestre anterior.
Redacción
14/11/2013
El primer ministro, Shinzo Abe, llegaba hace un año al poder con la promesa de conseguir dinámicos crecimientos con políticas abandonadas en Estados Unidos y la zona euro, planes de estímulo con dinero público.
Efectivamente la receta, conocida como Abenomics, dio sus resultados en la primera mitad de este 2013 pero en este tercer trimestre el consumo, principal motor de la expansión en meses anteriores, se ha vuelto a debilitar.
En cifras, el consumo interno en el tercer trimestre cayó a un mero 0,4% de incremento frente al 2,8% registrado en el periodo anterior.
El crecimiento del PIB de la tercera economía mundial en términos anualizados se ha fijado en el 1,9% en el período de julio a septiembre.
Es decir, claramente la mitad de la magnitud registrada en el segundo trimestre del año, cuando fue del 3,8%.
Los analistas no consideran dramática la situación, puesto que los resultados espectaculares del Abenomics en los primeros meses en modo alguno se pueden prolongar en el tiempo en una economía desarrollada como Japón.
Pero también es cierto que resulta preocupante asistir una vez más a la materialización de los males que acompañan medidas bienintencionadas.
La política monetaria de Shinzo Abe ha facilitado la devaluación del yen, lo que ha favorecido a las exportaciones. Lo malo es que los estímulos internos quizás no sean suficientes para absorber una producción que no es adquirida fuera dada la apatía de algunos mercados, como Europa y, en menor medida China.
La voluntad y las ventajas de la exportación existen, pero si nadie compra no hay negocio. Y por el camino las importaciones, por la misma política monetaria, se encarecen.
Y el efecto buscado, reducir la compra en el exterior, no se ha producido porque una de las principales importaciones, la energía, no se puede evitar, sobre todo cuando los reactores atómicos están parados como consecuencia de los riesgos evidenciados por el incidente nuclear de Fukushima.