Redacción
08/11/2013
El presidente Xi Jinping, acompañado de su primer ministro Li Keqiang, se enfrentan a su primer gran cónclave del partido desde que tomaron las riendas del poder y parece que con la voluntad de que salgan resultados destacables.
De hecho la información que se ha ido filtrando desde Pekín y que se recoge en medios como
The Economist es que se adoptarán decisiones transcendentales y que la reunión puede ser la más importante desde 1978, cuando Deng Xiaoping inició las reformas.
Entre los deberes, aprobar una serie de medidas que apuntalen el cambio de modelo económico, la deseada transformación “de fabricantes a consumidores” y con la vista más a largo plazo que se sustituya el “made in China”, por el “created in China”.
Para ello se esperan decisiones como un recorte de los impuestos al consumo, impulsar la liberalización del sector financiero, reestructurar las empresas estatales o implementar una reforma agrícola ya que ahora los campesinos no tienen derechos sobre sus tierras.
En los días previos a este gran conclave tanto Xi Jinping como Li Keqiang han ido dando mensajes sobre la posible dirección de las reformas. Han hablado de crecimiento económico, modernización de sectores como el agrícola o la necesidad de luchar decididamente contra la contaminación, pero los derechos civiles o las reformas políticas no han aparecido en la agenda.
El primer ministro Li Keqiang ha advertido que China necesita mantener un crecimiento económico del 7,2% para garantizar la estabilidad del mercado laboral y que la tasa de paro no supere el 4%. Las previsiones actuales son cerrar 2013 con un incremento del PIB del 7,5%.
También ha alertado a los gobiernos locales deben mantenerse al margen de la gestión de empresas y reducir la burocracia.
El primer ministro considera vital una reforma de la agricultura para mejorar las condiciones de vida de los campesinos y aumentar la productividad.
El presidente Xi Jinping se enfrenta a la Tercera Sesión Plenaria con algunos deberes hechos como la resolución del caso Bo Xilai, que ha representado la lucha entre facciones más dura que se ha vivido en el seno del partido. Con la sentencia y la apelación resueltas, y una condena a cadena perpetua firme, el caso se da por zanjado.
Además Xi ha insistido en llevar a cabo una campaña de tolerancia cero con la corrupción para mejorar la imagen de los miembros del partido.
Pero en los últimos días han aflorado desafíos mal resueltos como las aspiraciones nacionalistas de la minoría uigur. Un atentado en la plaza de Tiananmen, símbolo del poder central chino y también escenario de las reivindicaciones de libertad, ha demostrado el fracaso de las políticas represivas de Pekín en Xinjiang y el Tíbet.