Redacción
18/10/2013
El crecimiento del tercer trimestre supone una mejora respecto a los tres meses anteriores, cuando la economía china creció un 7,5%. También son positivos los datos en cuanto a expansión de la producción industrial, la inversión en activos fijos y las ventas al detalle.
No obstante, si se comparan los datos de septiembre con los de agosto, la realidad ya no es tan halagüeña, puesto que tanto la inversión como las ventas al por menor han retrocedido ligeramente.
Estos
datos son los que hacen pensar a los expertos que los buenos resultados del conjunto del tercer trimestre no se van a poder mantener en el futuro.
Está además el hecho de que este éxito momentáneo es fruto de una determinada política de incentivos en el precio del dinero que de retirarse situarían a la economía china frente a su gran reto pendiente, dejar de depender en exceso de las exportaciones precisamente porque la apatía de la demanda en Estados Unidos y Europa pasa factura a muchos sectores industriales y de manufacturas que han sido claves en el milagro económico chino de las dos últimas décadas.
Pekín es consciente de ello y en esa dinámica intenta alentar el consumo interno, pero las incertidumbres internas y globales que pesan sobre la economía mantienen a los consumidores chinos en un entusiasmo consumista comedido.
Las autoridades económicas chinas han fijado un crecimiento del 7,5% del PIB como objetivo para este 2013, una magnitud que con los datos conocidos hoy parece fácil de cumplir.
No es que este crecimiento del PIB disipe las nubes que planean por encima de las economías emergentes, pero sí que contradice en parte los malos augurios sobre un parón en estos mercados que en los últimos años han tirado de la economía global.