Redacción
Los niveles de radioactividad en la central de Fukushima se han disparado hasta picos de 130.000 becquerelos, un nivel que puede provocar la muerte.
Ante la evidencia del aumento de la filtración de sustancias radiactivas, finalmente TEPCO ha reconocido que tras una inspección se han detectado daños en los conductos de entrada de las barreras submarinas de los reactores cinco y seis de la central de Fukushima Daiichi.
Según la televisión japonesa NHK los daños los habrían provocado el paso de tifones de este verano y de momento no está previsto que se puedan arreglar hasta que el oleaje se calme y pase la aleta de tormentas tropicales.
El gobierno de Shinzo Abe apuesta por aislar con un muro de hielo los cuatro reactores dañados para evitar fugas radiactivas y vertidos al mar. Para ello ha comprometido un presupuesto de 160 millones de euros.
En agosto el ministerio de Economía, Comercio e Industria alertó que se estaba vertiendo diariamente al subsuelo 1.000 toneladas, de las cuales se calcula que unas 300 contienen sustancias altamente radiactivas que llegan al Océano Pacífico. El agua proviene de la que se utiliza para enfriar los reactores y que después se acumula en contenedores.
El primer ministro Shinzo Abe se ha comprometido ante la opinión pública a controlar y buscar soluciones desde el gobierno para resolver los problemas de seguridad de Fukushima. También ha exigido que TEPCO se comprometa a desmantelar también los dos reactores nucleares de la central que no quedaron dañados.
A pesar de los problemas que tiene TEPCO en Fukushima y de las duras críticas que ha recibido por toda la gestión de la crisis, la operadora ha sido autorizada para intentar
reanudar dos reactores de la central Kashiwazaki-Kariwa, en la prefectura de Niigata.
Es la primera vez desde el accidente nuclear en Fukushima, en marzo de 2011, que la operadora obtiene el permiso para reiniciar una planta nuclear, en este caso es la más grande del mundo dedicada a la generación de electricidad.