Redacción
04/09/2013
El PIB australiano ha crecido un 2,6% de abril a junio, respecto al mismo periodo del año anterior y un 0,6% respecto al trimestre anterior.
Los datos confirman la tendencia que la economía sigue creciendo, pero muy lentamente. Sin embargo, es destacable que, al menos, el crecimiento no se está desacelerando.
A pesar del dato positivo, que a pocos días de las elecciones refuerza al actual primer ministro laborista Kevin Rudd,
algunos medios australianos destacan que, aunque el PIB anualizado aumenta, si se tiene en cuenta el PIB per cápita el crecimiento es demasiado débil para detener la destrucción de empleo y sigue muy por debajo de su potencial.
El incremento del PIB hace prever que a corto plazo el Banco de la Reserva Australiana no apruebe nuevos recortes de las tipos de interés. En la última reunión del martes los ha mantenido estables en el 2,5%, un mínimo histórico que alcanzaron hace un mes.
El organismo regulador sigue apostando por medidas para controlar el valor de la moneda y presionará para que se siga devaluando con el objetivo que las exportaciones sean más competitivas.
La minería y las finanzas son los sectores que mejor se han comportado, mientras que la producción manufacturera, a pesar de aumentar un 0,6%, sigue estando un diez por ciento por debajo de su media.
En los últimos quince años la economía australiana ha crecido gracias a las exportaciones de materias primas, especialmente de minerales, principalmente destinadas a las economías emergentes de Asia.
La desaceleración del crecimiento económico en China afecta directamente a las exportaciones australianas y a su industria minera y lastra su economía.
De momento todo parece indicar que otros sectores, como la construcción o el turismo, no consiguen remplazar a suficiente velocidad a la minería como motor de crecimiento.