Redacción
24/07/2013
La medida ha sido aprobada por el Consejo de Estado, el gobierno y el Partido Comunista. Entrará en vigor de forma inmediata y además de la prohibición de construir edificios nuevos también congela la ampliación de los edificios gubernamentales existentes. Establece mecanismos para que los gobiernos locales no utilicen subterfugios para esconder meras redecoraciones bajo supuestas reformas estructurales.
A menudo se disfraza la construcción de un edificio público con terminología engañosa ya que los inmuebles son bautizados con otros nombres, como “centros” o “institutos”.
La decisión se enmarca dentro de las
medidas de austeridad y regeneración de la vida política que defiende el presidente Xi Jinping.
Tras su toma de posesión como secretario general del Partido Comunista el pasado noviembre, Xi ya prohibió los banquetes y los regalos de lujo en la administración. Esta decisión se ha dejado notar en el sector de la hostelería de gama alta y en las marcas de lujo, nacionales e internacionales, que han visto reducidas sus ventas.
El gobierno chino también ha adoptado medidas para controlar los gastos en los viajes, muchas veces ofrecidos como incentivos, y en los gastos de representación para luchar contra la corrupción y la imagen de que los miembros del Partido Comunista viven muy por encima de las posibilidades de los ciudadanos.
La decisión de prohibir la construcción de edificios gubernamentales puede tener impacto en el sector inmobiliario, pero también supone un esfuerzo para frenar la corrupción asociada a la construcción con fondos públicos y una apuesta por evitar el despilfarro en un momento que es necesario reorientar las políticas económicas.
Prácticamente toda la geografía china se ha visto sembrada de grandes y suntuosos edificios estatales; incluso en las zonas más pobres y con menos recursos se alzan lujosos edificios que han provocado críticas.
En los medios de comunicación y en las redes sociales chinas se ha hecho famosa la construcción en el pobre distrito de Yingquan, provincia de Anhui, de una especie de réplica de la Casa Blanca en la que se ha invertido un tercio del presupuesto del gobierno.
También se ha prohibido que la administración estatal o local financie la construcción de centros de formación, hoteles, balnearios o centros de vacaciones. Normalmente son establecimientos de lujo utilizados por miembros del partido a precios muy bajos.