La nueva relación personal entre Xi Jinping y Barack Obama
Positivo, constructivo, único… son algunos de los calificativos utilizados para valorar el primer encuentro directo y sereno, si focos ni cámaras, entre los presidentes de China y Estados Unidos en un rancho de California.
Redacción
10/06/2013
Pero la pregunta es: ¿ha cambiado la relación entre China y Estados Unidos después de la reunión de California?
Probablemente harán falta muchas más cumbres y reuniones formales e informales entre ambos presidentes y los altos responsables de ambos gobiernos, pero lo que seguro que ha cambiado es la relación personal.
Precisamente en esta nueva relación de conocimiento más directo es en la que Estados Unidos deposita nuevas esperanzas.
La reunión en sí, el escenario escogido, la escenografía, el paseo en mangas de camisa, todo va encaminado a reconocer, por ambas partes, que los contenciosos y rivalidades en múltiples terrenos no deben imponerse a la relación económica estratégica en beneficio mutuo.
Por ejemplo, la ciberguerra. El Consejero Nacional de Seguridad norteamericano, Tom Donilon, afirmaba en rueda de prensa al final de la reunión que Barack Obama había insistido a Xi Jinping que los ciberataques podían acabar teniendo un efecto “inhibidor” en las relaciones bilaterales.
Por parte china se reiteraba la disposición a cooperar en materia de ciberseguridad en lugar de convertirse en un ámbito de fricción entre ambas potencias.
Mucha más sintonía parece haber habido en el dossier de Corea del Norte. Ambas partes han coincidido en la necesidad de impedir que el régimen de Pyongyang se dote de capacidad nuclear disuasoria.
No se conocen novedades en materia económica, ni en un sentido positivo ni en el negativo, en un momento en el que Estados Unidos empieza a estar preocupado por el ascenso de empresas chinas en el mercado mundial que amenazan la supremacía de sus competidoras norteamericanas.
De hecho, la única palabra que se ha escuchado de Obama como valoración de las conversaciones directas con Xi, seis horas el viernes y tres más el sábado, es el adjetivo “fantástico” con respecto al grado de progreso alcanzado en el encuentro.
En un primer desafío para este nuevo clima en las relaciones bilaterales, el filtrador a la prensa de la existencia de un espionaje generalizado de teléfonos e Internet en Estados Unidos por motivos de seguridad, Edward Snowden, se ha refugiado en Hong Kong, es decir, en territorio chino.
La idea de Snowden puede tener que ver claramente con la evidencia de que Hong Kong, bajo la protección china, no puede ser fácilmente presionada por Estados Unidos.
La antigua colonia británica mantiene su estatus especial, lo que garantiza un sistema judicial independiente. Pero una petición de asilo en Hong Kong, si no existe una marcada evidencia de que en Estados Unidos no tendría un juicio justo, difícilmente se concedería.
Por ello los expertos legales en el territorio creen que su estancia en Hong Kong será temporal, a la espera de gestionar el asilo en un tercer país.
Con todo, si la solución no es rápida, el caso Snowden se suma a la larga lista de asuntos potencialmente conflictivos entre China y Estados Unidos.