Redacción
21/06/2013
Los intereses de los créditos en el mercado se han encarecido marcadamente en las dos últimas semanas y al mismo tiempo, las propias entidades bancarias han empezado a restringir los préstamos entre ellas hasta prácticamente la paralización.
Algunos expertos apuntan al riesgo de ralentización del crecimiento económico puesto que con el endurecimiento de las condiciones de crédito a corto plazo puede suponer el cierre para muchas empresas necesitadas de liquidez.
Sin embargo, el propósito de las autoridades bancarias chinas es corregir el exceso de crédito en circulación así como las maniobras especulativas de muchas entidades menores que toman el dinero a buen precio del banco central para prestarlo a mayor interés a empresas y particulares.
Es cierto que el
control del crédito entraña un riesgo, puesto que quienes hayan suscrito créditos a intereses más altos, cuando no pueden pedir prestado más dinero, pueden acabar en la morosidad, un factor desacelerador de la economía.
Con todo, el Banco Popular de China estaría convencido de la necesidad de acabar con las prácticas especulativas y forzar a la economía a moverse en términos realistas.
Porque, según apunta
The Economist, una economía empieza entrañar riesgo de crisis cuando el crédito se dispara por encima del 10% de su tendencia tradicional. Así sucedió en Estados Unidos antes de la crisis de 2007 y anteriormente, a finales de los 80, en Japón.
Cálculos de la prestigiosa revista liberal señalan que la desviación al alza del crédito en China es del 14%.
La diferencia entre China y los dos casos citados, el Japón de hace 25 años y los Estados Unidos de 2007, es que una reordenación del crédito en el gigante asiático puede garantizar unas mejores condiciones para la expansión económica precisamente porque existe espacio para ella.
Y una segunda diferencia, pero no de menor importancia, es el control político directo del gobierno chino sobre el Banco Popular de China.
Medida política
En la decisión del Banco Popular de China de controlar el crédito, muchos analistas de la realidad china ven tanto razones económicas como políticas o sociales.
Parten de la base que el gobernador del banco central chino, Zhou Xiaochuan, mantiene buenas relaciones con el presidente Xi. Así lo indicaría, según
Financial Times, el hecho de que Zhou no se vaya a retirar este año, cuando por edad así lo establece el reglamento de la entidad. Va a continuar en el cargo gracias a una dispensa aprobada por el presidente.
La restricción del crédito impuesta por el banco es un buen instrumento económico para combatir algunos de los grandes males de la sociedad china en desarrollo, tal como los entiende Xi Jinping y que resume con la metáfora de los cuatro vientos: las apariencias en detrimento de los valores, la burocracia, el hedonismo y la extravagancia.
Es cierto que en buena medida muchos de estos “vicios” de la nueva China van asociados a la rápida circulación de ingentes cantidades de dinero, lo que ha generado ya una burbuja inmobiliaria y un exceso de inversión o de mala inversión, para ser más precisos.
Las consecuencias negativas de una economía especulativa –burbujas, inflación, desigualdades sociales-- podrían derivar en un claro cuestionamiento del Partido Comunista en el poder, cuya legitimidad ante los más de 1.300 millones de ciudadanos chinos se ha basado, a falta de democracia y a pesar de las diferencias de renta, en el éxito económico, la estabilidad y el progreso material de la mayoría.