Simona Gibauskaite
06/05/2013
Las familias de los homosexuales en China empiezan a movilizarse a favor de una iniciativa popular
reclamando el derecho de gays y lesbianas a casarse y convivir legalmente con sus parejas como lo hace la población heterosexual.
Se han situado al lado de sus hijos e hijas para apoyar las peticiones de legalización de los matrimonios entre homosexuales.
Hasta hoy, sin embargo, la Asamblea Nacional, el parlamento que se limita a aprobar las leyes establecidas por el Partido, ha rechazado en repetidas ocasiones (2003, 2005, 2006, 2008 y
2012) la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
La actitud indiferente del gobierno chino se resume en la teoría conocida como los “tres noes”: no aprobar, no desaprobar, no promover. Esta posición no solo priva al colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) de los derechos civiles, sino que además, dificulta la prevención del SIDA y otras enfermedades sexuales entre estos colectivos.
Se prevé que en
2015 habrá 1,2 millones de personas con SIDA o HIV en comparación con 780.000 en 2012. En su estudio, Yanqiu Rachel Zhou (2006) revela que en 2005 hubo 650.000 enfermos, de los cuales el 7,3% eran hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres.
La cuestión se agrava cuando descubrimos que la mayoría de ellos están casados con mujeres. Para hacer frente al problema, el gobierno ha diseñado mejoras en la educación sexual, promueve el uso de preservativo y ha abierto numerosos centros para realizar pruebas rápidas del SIDA.
Los colectivos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales consideran que para garantizar sus derechos es necesaria no solamente mayor tolerancia social sino también una mayor voluntad del gobierno de la República Popular de China.
China carece de leyes antidiscriminatorias para proteger los derechos y la igualdad de los homosexuales. Por ello, el vacío legal sumado al deber de perpetuar la familia obliga a ciertas personas a esconderse y negar su condición sexual.
Otro factor a tener en cuenta es que los chinos suelen vivir con sus padres hasta el matrimonio; de esta manera resulta complicado mantener la intimidad o establecer una relación amorosa con una persona del mismo sexo.
Debido a la política del hijo único y un sistema de pensiones todavía poco desarrollado, los padres depositan esperanzas en sus hijos y nietos que, según la moral confuciana, cuidarán de los ancianos.
La emigración a los grandes centros urbanos y las tecnologías de información (a pesar de la censura) permiten mayor anonimato y mejor comunicación entre los homosexuales.
Aunque el tema de la homosexualidad aparece constantemente en los medios de comunicación, los prejuicios son difíciles de combatir y existe un gran desconocimiento entre la población acerca de las identidades sexuales minoritarias.
En este sentido, solamente en 2008, el diario
China Daily –órgano oficial del régimen comunista en inglés-- publicó una serie de artículos, bajo el título “Pride and Prejudice”, que recogía las historias de los homosexuales y revelaba los problemas que sufren.
La homofobia que vino de Occidente
Los escritos de los primeros misioneros jesuitas en China revelan su asombro e ”indignación” al descubrir la atmósfera tolerante hacia la homosexualidad, como recoge Jonathan Spence en su libro de 1984 sobre la Compañía de Jesús en tierras chinas.
De hecho, se conservan numerosos documentos literarios y pinturas que hacen referencia al homoerotismo y la homosexualidad, como por ejemplo, la novela “Sueño en el pabellón rojo”, de Cao Xueqin, o la poesía de Qu Yuan.
En el pensamiento tradicional chino la homosexualidad no es perseguida ni criminalizada. La sociedad espera del individuo la observancia de los ritos y la prolongación de la familia pero, al mismo tiempo, parece tolerar las relaciones homoeróticas extramatrimoniales una vez cumplidos los deberes familiares y filiales.
La sexualidad femenina es, por su parte, definida exclusivamente en términos reproductivos, frente al hombre que juega un papel activo y toma la iniciativa.
El idioma chino, asimismo, guarda numerosas expresiones referentes a la homosexualidad, como “el melocotón compartido” o “
la pasión de la manga cortada”, todas ellas provenientes de las relaciones amorosas de los duques o emperadores con sus amantes nobles.
La llegada de los occidentales, aparte de la importación de los conocimientos, el arte, la filosofía y la tecnología, significa la criminalización de las relaciones homosexuales por primera vez en la historia de China, y en 1740 entra en vigor la primera ley homófoba.
El posterior régimen comunista, especialmente durante la Revolución Cultural, persigue duramente a los homosexuales con penas de cárcel o a la humillación pública, puesto que la homosexualidad es considerada como una actividad burguesa y contrarrevolucionaria y, por tanto, debe ser eliminada de la sociedad. Finalmente, en 1997 la homosexualidad es despenalizada y en 2001 se elimina de la lista de las enfermedades mentales.
Hoy, el término más utilizado para referirse a los homosexuales es tongzhi, el mismo que, anteriormente, durante la época maoísta, se empleaba para referirse a los y las camaradas comunistas. La palabra anglosajona gay, en determinadas ocasiones puede resultar ofensiva; por ello su uso es más común en Hong Kong, la antigua colonia británica.
Cómo ganar visibilidad
El pasado mes de enero, la ceremonia de boda entre dos hombres mayores retransmitida por internet tuvo gran repercusión mediática en todo el mundo. A pesar de la nulidad legal del matrimonio, la pareja obtuvo muchas felicitaciones y apoyo dentro y fuera de su país.
Este tipo de actos con proyección pública ayudan a visibilizar la realidad del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en China. Previamente, en 2011 y 2012 también se celebraron dos uniones parecidas entre gays, la primera en Shenzhen entre dos jóvenes
Mark y An An, a la que los familiares se negaron a asistir, y la segunda en Fujian, entre
Lu y Liu, esta vez con la presencia de los miembros de su familia y numerosos amigos.
Zhang Beichuan, profesor de la Universidad de Qingdao, Liu Dalin, el sexólogo de la Universidad de Shanghái y Xing Fei de la Academia de Ciencias Sociales de Sichuan, coinciden en que en China hay unos 30 millones de homosexuales (un cálculo considerado conservador), de los cuales el 80% han contraído matrimonios falsos.
En la mayoría de los casos el marido o la mujer desconocen la verdadera condición sexual de su pareja. Según las estimaciones de los tres investigadores, actualmente hay 12 millones de matrimonios falsos, e incluso, se ha creado un término nuevo para designar a la esposa heterosexual que se casa, sin saberlo, con un hombre gay. El neologismo tongqi está compuesto para la palabra tongzhi (camarada o gay) y qizi (esposa).
Sin duda, los matrimonios de apariencia provocan disputas familiares y tensión entre ambos esposos y frecuentemente acaban en divorcio; en casos extremos, algunas mujeres engañadas incluso han llegado a optar por el suicidio.
Las denominadas tongqi --25 millones según Liu Dalin, 10 millones según Zhang Beichuan-- se han organizado a través de las redes sociales chinas para intercambiar sus experiencias y pedir consejo.
En algunos casos, sin embargo, la unión se produce entre un hombre gay y una lesbiana de mutuo acuerdo para mantener también la apariencia de una pareja heterosexual. Incluso funcionan páginas web como
chinagayles.com, especializada en uniones entre gays y lesbianas.
En 2007 la sexóloga Li Yinhe, que cifra el número de homosexuales en China en 40 millones, llevó a cabo una encuesta que revela la actitud social frente a las minorías sexuales. De los más de 62 mil encuestados, el 72,8% confiesa estar dispuesto a aceptar la homosexualidad de sus hijos e hijas, el 53,2% son indiferentes a los homosexuales frente al 2,5% que sienten rechazo; el 59,6% declaran que entienden y aceptan la homosexualidad, mientras el 33,3% aceptan y apoyan a las minorías y el 2,1% ni entienden ni aceptan.
Sin duda, son datos sorprendentes que revelan tolerancia y respeto, aunque, sin embargo, en la práctica, la discriminación persiste claramente. Gays, lesbianas, bisexuales y transexuales sufren a menudo acoso policial, además de ser discriminados en el lugar de trabajo, escuela, universidad o en su propia familia.
Para protegerse de las actitudes hostiles, en las grandes urbes han surgido lugares de encuentro --bares, cafés o saunas-- y centros de apoyo para los homosexuales.
A pesar de la censura, existen blogs y webs alimentados por el propio colectivo. El primer portal,
gztz.org, apareció en 1998 y aún sigue en activo ofreciendo noticias nacionales y sobre las comunidades LGBT extranjeras, además de consejos y entretenimiento.
Las organizaciones gays de Pekín y Shanghái, por su parte, organizan eventos y conferencias para erradicar los prejuicios y concienciar tanto a la población homosexual como heterosexual sobre la igualdad de derechos.
El centro informativo Zuo You de Pekín también lucha contra la discriminación de los hombres gay y trabajadores sexuales transexuales en la capital.
En
2010 y
2011 en Beijing se celebró el Jing Pride, donde hubo desfiles de drag queens y conciertos de música.
Además, desde 2009 y siempre bajo la vigilancia de las autoridades, cada verano se celebran en
Shanghai los actos festivos del
Orgullo Gay, un evento cultural más que una manifestación, que incluye cine, teatro, música, debates… para todo tipo de público. El próximo se celebra del 14 al 22 de junio.
Dossier especial sobre las políticas de género en Asia Oriental leer