10/04/2013
Tono beligerante, amenazas, provocaciones, medidas de presión, soflamas belicistas, declaraciones de guerra virtuales…
El joven Kim Jong-un domina a la perfección la estrategia de la tensión. La escalada de esta primavera de 2013 ha llegado tras encarar el año con un discurso de tono absolutamente moderado en el que anunciaba reformas económicas al estilo de las que sentaron las bases del milagro chino.
¿Qué ha hecho inclinar a Kim Jong-un del lado oscuro en su relación con el mundo?
Algunos analistas apuntan factores internos ya tradicionales, como la necesidad del joven líder de consolidarse en el poder dando palos a diestro y siniestro para demostrar que no le temblará el pulso ante el peor enemigo.
Sin embargo, cuesta creer que la entronización del tercero de los Kim en el liderazgo norcoreano no forme parte de una estrategia de los pilares del régimen, el Partido de los Trabajadores de Corea y el ejército. Y, además, la tensión se dispara un año después del relevo de Kim Jong-Il por su hijo.
Probablemente existan otros factores, en este caso externos, que pueden contribuir a explicar, al menos en parte, esta nueva crisis en la Península de Corea.
¿Y si la dinámica de la tensión no le conviniera solamente a Corea del Norte?
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