Redacción
17/03/2013
Con el discurso de Xi y la rueda de prensa final por parte del primer ministro Li, finaliza el plenario anual de la Asamblea Nacional Popular, el parlamento chino, que ha completado el relevo en la cúpula dirigente comunista china.
Finaliza la era liderada por Hu Jintao y Wen Jiabao y empieza la llamada administración Xi-Li, que si no hay contratiempos debería durar, tal como establece la constitución, dos mandatos de cinco años máximo.
En su discurso final,
Xi Jinping ha llamado al país a trabajar sin tregua para profundizar en el socialismo de características chinas con el objetivo de realizar el gran sueño chino, el del renacimiento de la nación china.
El tono patriótico del que ha teñido su discurso Xi Jinping da a entender que el éxito económico alcanzado por China en los últimos veinte años va a dar al país la posibilidad de tener un papel mucho más activo y protagonista en materia de política exterior.
Al mismo tiempo, Xi Jinping ha reiterado su exigencia a los cuadros del partido y a los funcionarios del estado a huir de las extravagancias y combatir la corrupción, el gran mal que ha acompañado el dinamismo económico y que ahora amenaza la legitimidad política del Partido Comunista a ojos de los ciudadanos.
El nuevo primer ministro, Li Keqiang, ha puesto el énfasis en la sostenibilidad económica como la clave de la actuación del gobierno chino en los próximos años, es decir, crecimiento sin los daños colaterales causados en las dos últimas décadas, como el alto coste para el medioambiente.
Pekín quiere evitar el sobrecalentamiento de la economía, que también supondría el riesgo de un estallido social que comprometería la supervivencia del Partido como gran artífice del ascenso de China a la categoría de superpotencia.