Dolores Rodríguez
17/01/2013
China pide paso analiza con detalle los diez años de mandato de Hu Jintao. ¿Qué visión va a tener el lector de la China que deja Hu?
Creo que el libro sobre todo puede ayudar a contemplar el país de una forma menos lineal, alejada de las simplificaciones al uso, en suma, una China compleja que mejora posiciones en muchos dominios pero que también experimenta en paralelo un crecimiento exponencial de sus problemas.
Aunque empecemos por el final del libro --su último capítulo se titula “El legado de Hu Jintao”--, ¿Cuál es la principal herencia que deja Hu Jintao y cómo cree que va a ser recordado?
Deja, sin duda, una agenda más equilibrada, con más atención a factores antes descuidados, aspectos como lo social o lo ambiental. No ha resuelto dichos problemas, ni mucho menos, pero sí ha introducido sus códigos en la agenda y ganarán impulso en los años venideros.
Algunos analistas han calificado incluso de “década perdida” el mandato de Hu Jintao, ¿cree que se está infravalorando o subestimando su figura?
Durante su mandato, China pasó de sexta a segunda potencia económica mundial, aun lidiando con una crisis a medio mandato como la surgida en 2008 y que aun arrastramos. Es verdad que los cambios estructurales pueden haber sido lentos, pero cambiar de carril no resulta fácil en ningún caso. Por otra parte, cuanto más cerca se está de la meta, mayores son los riesgos. Ha puesto las bases de la gran mutación final de China.
¿Cuáles han sido los principales errores de Hu Jintao?
El timoratismo en lo político. La desconfianza social ha crecido y sus arrebatos contra la corrupción ofrecen un saldo muy deficiente. Se ha hablado mucho de democracia, pero se ha avanzado muy poco en ella.
El éxito del crecimiento económico de China es incuestionable, pero desde hace años se constata la necesidad de introducir nuevas reformas. ¿Cuáles son las dificultades del paso del “made in China” al “created in China”, de la China fabricante a la China consumidora?
Es una nueva fase de su proceso de modernización. Una clave es el consumo y sus aditivos colaterales: la urbanización, la elevación de los ingresos de la población, la inversión en lo social, la reforma del hukou, etc. Otro elemento importantísimo es el impulso tecnológico, que plantea exigencias que a mi entender van más allá de la economía. Se requiere un cambio cualitativo estructural que exige un marco de libertad difícil de plasmar. ¿Puede gozarse de plena libertad creativa en el área académico-científico-productiva y no en todo lo demás?
El medio ambiente, la innovación tecnológica, la revalorización del yuan y la ordenación del sistema financiero, ¿han entrado definitivamente en la agenda de los mandatarios chinos?
Creo que sí, aunque los ritmos sean diferentes en cada caso. Sin abordar esos retos no habrá nuevo modelo de desarrollo y si éste no se alcanza, la modernización será deficiente. Los dirigentes chinos lo saben.
Usted define como fracaso la gestión de los conflictos étnicos en el Tíbet y el Xinjiang. ¿Cuál puede ser el futuro de las cuestiones tibetana y uigur?
Han protagonizado grandes crisis políticas en esta década y siguen ahí, incomodando al gobierno central. El futuro que diseña el PCCh consiste en una combinación de más desarrollo, más turismo, más comercio y más folklore diluyente de la identidad. Ignorando el diálogo político, subsistirá la tensión.
En cambio con Taiwán se han producido avances, se puede considerar un acierto el abandono de la política de enfrentamiento de Jiang Zemin. ¿Se puede incluso pensar en un proceso de reunificación?
El enfrentamiento abierto alejaba la unificación y daba alas al independentismo. El acercamiento no es sinónimo de unificación, pero indudablemente genera otras expectativas. La unificación es un proceso difícil de recorrer y tomará su tiempo.
¿Cuál es su análisis del ascenso de China como potencia en el escenario internacional en los años de Hu Jintao y cómo cree que va a evolucionar?
Hu Jintao ha puesto fin a la modestia china. Sin duda ha sido uno de los elementos reveladores de su mandato. No creo que se vayan a producir cambios en la orientación general, aunque sí ganará peso, influencia y se conducirá con mayor explicitación de sus intereses, asumiendo en paralelo más responsabilidades. Tiene duras pruebas por delante, en primer lugar en su entorno regional inmediato.
¿Hasta dónde cree que va a evolucionar el Partido Comunista en la reforma política y la transparencia para conseguir mantener su legitimidad y su hegemonía en una sociedad china que evoluciona mucho más rápido que sus dirigentes?
Los límites formales están fijados. Visto desde arriba, se trata de oxigenar la vida política sin poner en riesgo la hegemonía del PCCh incrementado los espacios de participación, aunque con restricciones, y preservando a toda costa la unidad con una mayor dosis de institucionalización. Nada de pluralismo a la occidental. Visto desde abajo, las exigencias de una mayor transparencia y control social constituyen un reclamo muy vivo a día de hoy y cada vez más difícil de domesticar. Ese pulso va a marcar la evolución política de China en los próximos años y evidenciará cuán difícil es la cuadratura del círculo que intenta el PCCh.
Ahora que en un Occidente en crisis los mercados imponen sus directrices a los Estados, ¿China puede sentirse legitimada para defender su modelo de éxito basado en el papel determinante del Estado y aplazar reformas?
Creo que sí, hay lecciones que aprender. No puede consentirse que los mercados pongan de rodillas a los Estados sacrificando el bien común. El éxito de China es indisociable de la preservación de su soberanía a la hora de elegir camino y marcar tiempos. Si llega a seguir los consejos del FMI o del BM, lo más probable es que la realidad fuera bien distinta. No obstante, a pesar de su éxito, también aquí se debate mucho y ahora acerca de las fronteras y equilibrios entre lo público y lo privado. Habrá cambios pronto, pero dudo que se altere lo esencial: el control que ejerce el PCCh sobre la economía. Sabe que si lo pierde perderá también el control sobre la evolución de la reforma.
¿Cuál de estos múltiples desafíos cree que será realmente la clave del mandato de Xi Jinping que ahora se inicia?
Sin duda, la política va a ser determinante. Serán años bien complejos, con muchos frentes abiertos y la presión aumentará en todos ellos, tanto interna como externamente.
*Xulio Ríos es director del
IGADI y del
Observatorio de la Política China. Coordinador de la Red Iberoamericana de Sinología, es asesor de Casa Asia y colaborador de diferentes medios de comunicación como los diarios El País, La Vanguardia, El Periódico o El Correo
China pide paso – de Hu Jintao a Xi Jinping
Xulio Ríos
Editorial Icaria