Muere Sihanouk, figura clave de la Camboya independiente
Personalidad controvertía como pocas, el rey Sihanouk, que abdicó por motivos de salud en 2004, ha presidido la convulsa historia de Camboya, desde la independencia en 1941 hasta su restitución en el trono en los noventa, pasando por la Guerra de Vietnam y el genocidio jemer.
Redacción
15/10/2012
Considerado a la vez víctima y responsable de la tragedia vivida por los camboyanos durante setenta y un años de independencia, Sihanouk moría este lunes de un ataque al corazón en Pekín donde permaneció la mayor parte del tiempo desde que abdicara para tratarse el cáncer que padecía.
Pekín fue también a menudo el refugio de un dirigente que consiguió mantener la monarquía como institución clave de una sociedad sacudida por algunos de los más traumáticos episodios del siglo XX.
Situado en el trono en 1941 por el gobierno de Vichy, que por su juventud le creía más manipulable que su padre, Sihanouk llevó en tan sólo doce años Camboya a la independencia, y de manera incruenta. Dos años más tarde abdicaría a favor de su padre.
Ese primer hito esperanzador en la historia de la Camboya independiente se vio engullido por el potencial devastador de la guerra de Vietnam, especialmente cuando Estados Unidos empezó a bombardear a los comunistas vietnamitas que utilizaban el territorio camboyano para sus ofensivas en el Sur.
Estados Unidos acabó por primera vez con el reinado de Sihanouk con la instauración del dictador Lon Nol en Phnom Penh, una situación que empujó al monarca hacia los brazos del maoísmo.
Recuperó el trono con la entrada de los Jemeres Rojos de Pol Pot en 1975, pero acabó asistiendo, confinado en el palacio real, al genocidio practicado por el Hermano Número 1 y su camarilla, que causó la muerte de casi dos millones de camboyanos, ya fuera directamente asesinados o víctimas del hambre y del trabajo forzado en el campo.
Pekín volvió a ser su refugio cuando los vietnamitas invadieron Camboya en 1978 y acabaron con el delirio polpotiano. No regresaría hasta 1993, cuando el primer ministro pro vietnamita Hun Sen aceptaría la presencia de Naciones Unidas en territorio camboyano para garantizar la reconciliación y la reconstrucción del país.
Sihanouk volvió entonces a jugar su papel de figura suprema por encima de las facciones, hasta que su precaria salud, en 2004, le obligó a abdicar a favor de su hijo Norodom Sihamoni.
Éste ha viajado a la capital china para presidir la repatriación del cuerpo de su padre, el hombre que fue, como rey, jefe de estado de una república, que arrancó el país de las manos de París tras 100 años de colonización sin disparar un tiro, que se alió con el diablo, Pol Pot, para recuperar el trono, que luego condenó el régimen del Jemer Rojo y regresó para reinar sin otra capacidad que la representativa al lado de un primer ministro pro vietnamita.
Su supervivencia política ha sido también la de Camboya, la de los jemeres, un pueblo que tuvo un pasado brillante –los templos de Angkor quedaron como prueba-- y que en el siglo XX pagó en sus carnes el alto precio de la Guerra Fría, aquella que Estados Unidos y la extinta URSS libraron en distintos escenarios del Planeta con el objetivo de disputarse la hegemonía mundial.