Redacción
26/09/2012
El Partido Liberal Democrático (PLD), que gobernó Japón prácticamente ininterrumpidamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 2009, ha depositado su confianza en Shinzo Abe para recuperar el poder en unas elecciones que previsiblemente se convocaran en los próximos meses.
El desgaste del Partido Democrático de Japón, dirigido por el actual ministro Yoshihiko Noda, que ha impulsado una histórica e impopular subida de impuestos, unido a la difícil recuperación de la economía y a la costosa gestión de la crisis de Fukushima hacen prever, según los sondeos, un cambio político.
El conservador Shinzo Abe tiene experiencia de gobierno ya que sustituyó a Junichiro Koizumi como primer ministro en septiembre de 2006, aunque su mandato fue breve y duró menos de un año, algo que no es excepcional en la turbulenta vida política nipona.
Abe se ha impuesto a otros cuatro candidatos de su partido con un programa en que promete devolver el orgullo a Japón y luchar para que tenga un papel más importante en la escena internacional.
Las promesas del nuevo presidente del PLD, Shinzo Abe, coinciden con un momento especialmente delicado de las relaciones con sus vecinos chinos.
Japón mantiene un tenso enfrentamiento con China por la territorialidad de las islas Diaoyu (Senkaku en japonés). Las manifestaciones antijaponesas en numerosas ciudades chinas han provocado que las multinacionales niponas cierren algunas fábricas en territorio chino y amenacen con reducir la producción o abandonar ese mercado.
Precisamente ayer China realizó una nueva demostración de fuerza botando su primer portaviones con capacidad para lanzar ataques antimisiles.
A pesar de la gestualidad que exhiben las dos potencias por los contenciosos en el Mar del Sur de China, los ministros de Exteriores de los dos países se han reunido, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, para reconducir la situación. No hay que olvidar que más allá de los gestos China sigue siendo el primer
socio comercial de Japón.
Durante su etapa como primer ministro en 2006 y 2007, Shinzo Abe abogo por mejorar las tradicionalmente frías y difíciles relaciones con Pekín, aunque también apoyó la reforma de la constitución pacifista para permitir que las Fuerzas de Autodefensa se convirtieran en Ejército con capacidad para actuar fuera del país.
Abe al contario que su predecesor no realizó visitas oficiales al santuario de Yasukuni donde están enterrados victimas japonesas de las guerras incluidos algunos condenados por genocidio, pero levantó las críticas de China y otros vecinos asiáticos al negar que existieran evidencias de las llamadas “esclavas sexuales”, mujeres obligadas a prostituirse por el ejército japonés durante la II Guerra Mundial.