Redacción
07/08/2012
A pesar de que algunas partes de las grabaciones han sido facilitadas a las televisiones, como la cadena
NHK, sin audio, la compañía eléctrica espera de esta manera contrarrestar las críticas desde distintos ámbitos en las que es acusada de esconder detalles relevantes de la catástrofe.
Los responsables de Tepco aseguran que la supresión del sonido se ha hecho para proteger la identidad de algunas de las personas que aparecen en las grabaciones. No existen videos de las primeras tres horas posteriores al momento en que la central, el 11 de marzo de 2011, fue sacudida por un terremoto y alcanzada por el tsunami.
En algunas de las escenas de estas alrededor de 150 horas de grabación se puede constatar el nerviosismo de los técnicos cuando advierten de la seriedad de la situación, especialmente cuando se producen las hasta tres explosiones de hidrógeno en la central.
En una de las imágenes aparece el que en ese momento era primer ministro japonés, Naoto Kan, visiblemente exigente con los responsables de Tepco, aunque sin que se puedan oír sus palabras.
La opinión pública japonesa nunca se ha sentido compensada con las explicaciones del gobierno pero, sobre todo, con las de la compañía eléctrica, en la que Tokio ha descargado la mayor responsabilidad.
Por su parte, Tepco ha mantenido desde el principio que la magnitud de la ola gigante causó tales daños en la central que no se pudo evitar la catástrofe nuclear subsiguiente.
Más de 160.000 personas tuvieron que ser evacuadas de la zona potencialmente contaminada por la radiación procedente de los reactores afectados.
Un radio de al menos 20 quilómetros alrededor de la planta destruida no va a poder ser recuperado por sus residentes ni apto para la vida y la explotación agrícola.
Fukushima ha significado un antes y un después para la energía nuclear en Japón, un país que hasta la catástrofe confiaba ciegamente en el átomo como alternativa a un petróleo cada vez más caro. Se cerraron todas las centrales.
Hoy la reapertura de algunas instalaciones nucleares para mitigar el déficit energético siembra críticas y desconfianza entre la población.
El gobierno se ha visto forzado a apostar claramente por las menos lucrativas pero más seguras energías renovables.