Redacción
23/07/2012
Al menos 37 personas han muerto y cerca de 60.000 han sido evacuadas a causa de las inundaciones provocadas por la fuerte tormenta registrada el pasado sábado. Se calcula que los daños materiales ascienden a 1.600 millones de dólares.
Hoy lunes, con los cielos despejados, la capital intenta regresar a la normalidad y se restauran de forma paulatina los sistemas de transporte. El aeropuerto internacional vuelve a estar operativo, después de los cientos de vuelos cancelados durante el fin de semana, y las carreteras de acceso a la ciudad se han abierto.
El sábado por la tarde Pekín vivió 20 horas de
lluvias torrenciales. Las autoridades aseguran que es la peor tormenta de los últimos 60 años. La zona más afectada fue el distrito de Fangshan, en el suroeste de la ciudad, donde la precipitación alcanzó los 460 milímetros por metro cúbico, una cifra récord mientras que la precipitación media en toda la ciudad alcanzó los 170 milímetros.
La lluvia provocó el caos en la ciudad. Se produjeron apagones y el agua inundó calles, estaciones de metro, pasos subterráneos y viviendas. Las autoridades reconocen que en algunas zonas el agua alcanzó los cuatro metros de altura. Veinticinco de los al menos 36 fallecidos murieron ahogados.
Los medios de comunicación y sobre todo las redes sociales se preguntan porque la ciudad no ha podido hacer frente a las lluvias torrenciales. Se cuestiona especialmente las infraestructuras de drenaje ante la evidencia constatada que los desagües de la ciudad no han podido hacer frente a la lluvia. Las quejas sobre el sistema de alcantarillado no son nuevas y se suman a las que se han producido en otras ocasiones en que la ciudad también ha quedado colapsada por tormentas de nieve o lluvia.
También se ha criticado a los servicios meteorológicos por no haber activado los sistemas de alerta para preparar a la población.
La fuerte lluvia afectó directamente al aeropuerto internacional. Se cancelaron más de 500 vuelos y unos 80.000 pasajeros