La Shenzhou 9 regresa a la tierra tras el éxito de la primera misión de acoplamiento china en el espacio
Con el regreso a la tierra de la nave Shenzhou 9, China celebra con gran orgullo el éxito de la primera misión espacial en la que ha completado sin problemas el primer acoplamiento entre una nave y un laboratorio espacial.
Redacción
29/06/2012
Sonrientes y tranquilos, los tres tripulantes, dos hombres y la primera taikonauta china, Liu Yang, han saludado a sus compatriotas tras salir por la estrecha escotilla de la cápsula espacial en las estepas de Mongolia Interior.
Retransmitido en directo a toda la nación, el retorno de la Shenzhou 9 ha permitido escuchar en boca de la propia Liu Yang, el orgullo que los miembros del programa espacial chino sienten de su patria.
No es para menos si se tiene en cuenta la rapidez con la que China ha pasado en tan sólo unos años de lanzar algunos satélites a conseguir realizar con éxito un acoplamiento espacial a partir de una nave tripulada.
En esta misión, los tripulantes de la Shenzhou han conseguido acoplar la nave al laboratorio espacial Tiangong en una maniobra manual, no controlada desde el la tierra.
De ahí que puedan presumir de haber sentado las bases de un futuro programa espacial a partir de una estación permanente, alternativa, de hacerse realidad, a la que comparten Estados Unidos, Europa y Rusia, las tres grandes potencias tradicionales en el espacio.
Algunas informaciones apuntan a que Pekín podría disponer de su propia estación permanente antes del fin de la presente década.
La estación espacial china, según los escasos datos que se conocen, pesaría unas 60 toneladas y constaría de un tronco central al que se acoplarían dos naves-laboratorio, de menores dimensiones.
Pero por encima de la utilidad real del programa espacial chino –la experimentación actual es un camino recorrido hace muchos años por la UE, Estados Unidos y Rusia— los hitos que año a año va alcanzando Pekín en materia espacial suponen, más que nada, una exhibición de músculo como potencia emergente.
China toca ya literalmente el cielo con las manos, pero no ha resuelto en la tierra algunas de sus contradicciones fundamentales, cómo distribuir más equitativamente la ingente riqueza que genera este país capaz que de competir con las grandes potencias también en el espacio.