Redacción
06/06/2012
Los líderes de China, Rusia y cuatro países del Asia Central, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán se reúnen durante dos días en Pekín en el marco de la llamada Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, siglas en inglés), por la ciudad donde se reunieron los miembros de este grupo por primera vez en 2001.
En esta ocasión, a las reuniones se han sumado Afganistán, como invitado, y Mongolia, Pakistán, India e Irán como observadores.
De hecho, en buena medida el futuro geoestratégico del área pasa por el futuro de Afganistán, básicamente en cómo garantizar la estabilidad de dicho país y sus vecinos una vez de retiren las decenas de miles de soldados de las potencias occidentales todavía presentes sobre el terreno.
El terrorismo de signo islamista no es una amenaza solamente para las democracias occidentales, sino que puede contagiarse a todos los países del Asia Central, de mayoría musulmana.
En este sentido, Pekín ha anunciado que uno de los objetivos de esta cumbre es poner en marcha un mecanismo de seguridad antiterrorista.
Al tiempo, el presidente afgano, Hamid Karzai, se propone sellar con su homólogo chino un nuevo marco de relaciones bilaterales de alcance estratégico.
La presencia de Irán como país observador también da la medida de las intenciones de Pekín de convertir el SCO en una plataforma de autoafirmación en la comunidad internacional como contrapoder a Estados Unidos.
Rusia y China han mantenido bloqueada una mayor presión de la comunidad internacional sobre el régimen sirio de Bashar al Assad. En este sentido, el Diario del Pueblo, órgano oficial del gobierno chino, ha publicado un artículo del presidente ruso, Vladimir Putin, en el que insiste en que no puede haber solución a ningún contencioso de la esfera internacional sin contar con China y Rusia.
Si surgió como un organismo centrado en buena medida en la seguridad, un factor altamente volátil en Asia Central y del Sur, el SCO también crece ahora como espacio de interés económico.
El comercio bilateral entre China y Rusia alcanzó los 84.000 millones de dólares en 2011 pero Hu y Putin se han propuesto más que doblar esta cifra en 2020 hasta llegar a los 200.000 millones.
Parte de este comercio bilateral podría en breve plazo empezar a efectuarse en la divisa propia, sin pasar por el dólar.
Pekín y Moscú han firmado también un acuerdo para la creación de un fondo conjunto de inversión por el que
China financiará proyectos en Rusia. El fondo está dotado con mil millones de dólares de capital inicial.
El fortalecimiento de los lazos económicos entre dos de los puntales del grupo de los BRIC como China y Rusia es fundamental para la emergencia de la República Popular como la gran potencia alternativa a Estados Unidos.
Pero es que además, para China es vital, por las ingentes necesidades que generan sus magnitudes y su dinámico desarrollo, asegurarse el acceso a la riqueza energética que albergan los países del Asia Central.
Ambos gobiernos están negociando todavía los términos para la construcción de un gasoducto destinado a abastecer a China de grandes volúmenes de gas natural ruso.