Obama firma en Afganistán un acuerdo para el fin de la guerra

Redacción 02/05/2012 Tras veinte meses de negociaciones, Barack Obama firmaba en Kabul con su homólogo afgano, Hamid Karzai, un acuerdo por el que se garantiza que el ejército de Afganistán asuma la primera línea de combate en el próximo año, en un primer paso hacia la retirada total de las tropas de la OTAN a finales de 2014, como ya está pactado.

Diferencias entre ambas partes sobre las operaciones nocturnas de fuerzas especiales, así como las condiciones de encarcelamiento de los insurgentes capturados habían retrasado el acuerdo.

Finalmente, el documento establece la asistencia norteamericana en la formación de los soldados afganos y el apoyo en materia de lucha antiterrorista.

Por el lado afgano, Kabul se compromete a cumplir con sus compromisos de seguridad y a ser totalmente transparente en su acción de gobierno.

Resueltos los últimos obstáculos, Obama podía comparecer ante la opinión pública de su país, desde Kabul, para anunciar la agenda que llevará definitivamente a casa, paulatinamente, a los 88.000 soldados desplegados actualmente en Afganistán.

En verano ya emprenderán el camino de regreso 23.000 de ellos con la esperanza para Obama que, a pocos meses de las elecciones presidenciales, el pueblo norteamericano empiece a ver una luz en la oscuridad de la guerra iniciada hace más de diez años –en los propios términos usados por el inquilino de la Casa Blanca-- .

En un trágico recordatorio de que el camino no va a ser fácil, un atentado suicida en Kabul causaba al menos siete muertos pocas horas después de la salida de Afganistán del presidente norteamericano, que había viajado a la capital afgana sin que la visita hubiera sido anunciada a la opinión pública, una práctica habitual por motivos de seguridad.

Garantizar una seguridad y estabilidad reales parece, pues, mucho más complejo que sellar dos firmas en un documento de intenciones o haber acabado, hace un año, con el gran símbolo del desafío islamista a Estados Unidos, Osama Bin Laden.

Y no se contempla como probable una pacificación definitiva de Afganistán sin una negociación con aquellos talibanes que estén dispuestos a abandonar las armas y a reintegrarse en la vida política.

Obama no ha cerrado la puerta a estos pactos, consciente de que solamente el aislamiento de los talibanes más radicales garantizará la supervivencia del gobierno de Kabul una vez se haya ido el último soldado de la OTAN.

Para ello necesita terminar también de recomponer sus relaciones con Pakistán, seriamente condicionadas por la operación encubierta que acabó con la vida de Bin Laden hace un año en Abbottabad.

El presidente demócrata intenta con estos planes que, de ser reelegido en noviembre, Afganistán no se convierta en su Vietnam y los últimos soldados norteamericanos no deban salir huyendo con los talibanes a las puertas de Kabul.