Redacción
07/05/2012
Un grupo ciudadano ha denunciado que se han detectado
altos niveles de radiación en más de veinte escuelas situadas en Koriyama, a 60 kilómetros de la central nuclear de Fukushima, lejos del perímetro de veinte kilómetros que fue evacuado.
Aseguran que los datos provienen de documentos obtenidos de la junta educativa en los que consta que en algunos puntos la radiación acumulada podría alcanzar los 20 milisievert, muy por encima del límite anual de 1 milisievert recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica.
La información se ha publicado coincidiendo con el inicio de una nueva etapa, post-nuclear, en Japón.
En la noche del pasado 5 de mayo Japón cerró el último reactor nuclear que permanecía en funcionamiento. El tsunami del 11 de marzo de 2011 no sólo ha borrado parte de la costa del noreste de Japón, también parece que de momento ha hundido la industria de la energía nuclear. Está por ver si su desaparición será definitiva.
El accidente en la central de Fukushima Daiichi, el más grave de la historia después del de Chernóbil, ha desencadenado el miedo y el rechazo de la opinión pública a la energía nuclear.
Un año y dos meses después del accidente nuclear provocado por el tsunami, la planta de Fukushima está oficialmente en parada fría, aunque se siguen produciendo noticias sobre fugas de radiactividad.
Unas 80.000 personas permanecen desplazadas y se desconoce si algún día la gente evacuada en un perímetro de 20 kilómetros alrededor de la central podrá volver a sus casas.
El desmantelamiento de Fukushima llevará décadas e incluso se ha hablado de un periodo no inferior a 40 años. La posible contaminación del mar debido a las fugas de agua radiactiva todavía no se ha evaluado con precisión.
Con esta herencia parece difícil convencer a los japoneses de que la energía nuclear es una buena opción para un país con una orografía difícil y que padece continuos terremotos.
El gobierno ha intentado la reactivación de los reactores 3 y 4 de la central nuclear de Oi, en la región de Kansai, pero la población ha mostrado su rechazo. Ninguno de los reactores que fueron apagados por seguridad tras el tsunami o posteriormente para someterse a revisiones ha vuelto a ser reactivado.
Oficialmente la desconexión, que se inició el sábado 5 de mayo, del tercer reactor nuclear de la planta de Tomari, en la prefectura de Hokkaido, obedece a una parada técnica programada para realizar supervisiones de mantenimiento, pero la realidad es que era el único que todavía estaba en funcionamiento y tendrá que superar las nuevas pruebas de seguridad aprobadas por el gobierno para su reapertura.
Japón post-nuclear
El
cierre del último de los 50 reactores que había en funcionamiento en Japón abre una nueva etapa.
La noticia fue celebrada el domingo con marchas antinucleares por las calles de Tokio y Sapporo en las que se exigía el final permanente de la energía nuclear en el archipiélago.
Este lunes, Japón ha iniciado su primera semana de la era post-nuclear. La segunda economía de Asia se enfrenta por primera vez en más de cuarenta años a una vida sin la energía que generaban las centrales nucleares. El reto es saber si podrá sobrevivir sin ella.
Hasta que se produjo el accidente de Fukushima, el 30% de la energía que se consumía en Japón provenía de las centrales nucleares. Japón era el tercer usuario mundial de energía nuclear.
El
apagón nuclear hace temer una crisis energética. De momento se ha compensado con un importante aumento de las importaciones de petróleo, pero el ritmo no se podrá mantener y se teme una cadena de apagones el próximo verano, cuando aumenten las temperaturas y el consumo se dispare.
Aunque el gobierno ha apostado por desarrollar las energías renovables, el cambio requerirá tiempo e inversiones. Los lobbys ya han advertido que no se puede reemplazar de golpe esta fuente de energía y que si no se rectifica Japón se enfrenta a un colapso.
El gobierno de Yoshihiko Noda debe presentar una nueva política energética creíble y sobre todo viable antes del verano.