asiared
16/04/2012
La tercera generación de la dinastía comunista norcoreana ha roto el silencio observado tradicionalmente por el régimen para expresar de palabra aquello que Corea del Norte viene demostrando con los hechos en las dos últimas décadas.
Que el estamento militar y las posiciones belicistas son intrínsecos a la existencia del régimen comunista norcoreano no es una novedad.
Sí lo es el hecho de que un joven que no alcanza la treintena se dirija a las masas perfectamente formadas en el centro de Pyongyang para asistir al desfile central de los actos de conmemoración del nacimiento del fundador del régimen, el abuelo Kim Il Sung.
El desfile se celebra cada año, pero en esta ocasión el régimen tenía el reto de presentar al mundo al nuevo líder en uno de los mayores fastos anuales en Corea del Norte.
Toda la grandiosidad del aparato comunista norcoreano se veía comprometida, sin embargo, por la realidad de los hechos.
El lanzamiento del misil Unha-3, destinado oficialmente a poner en órbita un satélite meteorológico, había fracasado la madrugada del sábado.
En otra novedad, anterior a las palabras de Kim Jong-un, lejos de esconder el desastre, Corea del Norte había admitido el fallo en el lanzamiento del Unha-3, el cohete que desde Washington y Seúl se cree que no es más que una nueva versión de los misiles balísticos intercontinentales que Pyongyang utiliza para chantajear a la comunidad internacional.
Precisamente desde la capital surcoreana se teme que el fracaso del sábado conduzca a una nueva prueba nuclear subterránea, como las que el régimen norcoreano ya llevó a cabo en 2006 y 2009.
Sería la forma de demostrar a la comunidad internacional la decisión del régimen liderado ahora por el joven Kim Jong-un de mantener la posición de firmeza
Porque si las caras y los estilos son nuevos, la línea política no parece alejarse de la tradicional beligerancia que caracteriza al régimen comunista de Corea del Norte.
Es cierto que Kim Jong-un abandonó la posición hierática de su padre y bromeó con sus mandos militares en la tribuna durante el desfile de tanques misiles y miles de efectivos en perfecta formación.
Pero también es cierto que las primeras palabras del Kim nieto las hubieran podido escribir perfectamente el padre y el abuelo.
Kim Jong-un asegura que el estamento militar va a seguir siendo la primera, la segunda y la tercera prioridad del régimen. Es decir, prácticamente la única.
También aseguró que el pueblo no volverá a pasar privaciones, quizás porque su estrategia no vaya a ser muy diferente, por el momento, de la que ha caracterizado al régimen comunista norcoreano, exhibición de músculo militar para obtener a cambio los beneficios de la ayuda económica extranjera y las inversiones provenientes de Corea del Sur.
Se abre el tercer libro de la epopeya norcoreana con declaraciones belicistas y demostraciones de fuerza con el propósito de siempre, conseguir contraprestaciones que aseguren el futuro del régimen.