Redacción
27/02/2012
La primera ministra australiana, Julia Gillard, sale vencedora de la crisis de su partido y se impone al exministro de Exteriores Kevin Rudd, que presentó la dimisión la semana pasada por diferencias con la jefa de gobierno. Las votaciones refuerzan el liderazgo de Gillard, que retiene el cargo de secretaria general del Partido Laborista, e impulsan su candidatura para las elecciones generales de 2013.
Gillard ha derrotado a Rudd por 71 votos contra 31 en las elecciones celebradas en el seno del Partido Laborista y revalida su cargo al frente de la dirección.
Kevin Rudd ha reconocido su derrota y ha expresado su apoyo a la primera ministra. En su comparecencia ante los medios de comunicación ha asegurado que acepta la decisión de sus colegas sin rencor y que a partir de ahora trabajará para el partido como simple diputado.
Gillard ha dado por zanjada la cuestión del liderazgo y ha destacado los servicios de Rudd al partido y al gobierno. Ha asegurado que a partir de ahora trabajará para conseguir su reelección como primera ministra.
La primera ministra australiana, Julia Gillard, convocó la votación en su partido tras la dimisión por sorpresa de Kevin Rudd como ministro de Exteriores. Mientras estaba de viaje oficial en Washington, Rudd anunció su dimisión por sentir que había perdido la confianza de la primera ministra y de parte del gobierno.
La votación para elegir al líder del partido intenta zanjar los enfrentamientos en el seno del Partido Laborista que gobierna Australia en minoría con el apoyo de pequeños partidos, como los Verdes.
El enfrentamiento entre Gillard y Rudd viene de lejos y ha provocado graves desencuentros en el seño del laborismo.
Kevin Rudd ganó las elecciones en 2007 con una amplia mayoría tras más de una década de gobiernos conservadores.
Fue el primer ministro mejor valorado en la historia de la política australiana, pero sus políticas medioambientales y las subidas de impuesto acabaron con su popularidad.
En 2010 Julia Gillard le arrebató la dirección del partido, forzó su dimisión y lo sustituyó como primer ministro. Gillard no consiguió que el Partido Laborista obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en las elecciones de agosto de 2010, pero alcanzó acuerdos para formar un gobierno de coalición. En los últimos meses ha sufrido un fuerte desgaste y por ello han vuelto a surgir divisiones en el seno del laborismo.
Aunque Rudd no ha conseguido el respaldo de su partido, en las encuestas es el candidato mejor valorado por la opinión pública para ganar al Partido Conservador en las elecciones que se celebrarán en 2013.
Se espera que en los próximos días Gillard aproveche la necesidad de buscar un sustituto a Kevin Rudd para renovar su gobierno y remontar la pérdida de popularidad.
El líder del Partido Conservador, Tony Abbott, ya se ha apresurado a declarar que a pesar del triunfo de Gillard, al menos un tercio de su partido no le ha dado su apoyo.