Cadena perpetua para el jemer rojo Duch responsable de la muerte de 16.000 prisioneros en Camboya

Redacción 03/02/2012 Duch, de 69 años, es el primer alto cargo del régimen de los jemeres rojos, que gobernó Camboya entre 1975 y 1979, en ser juzgado y condenado por un tribunal por crímenes contra la humanidad.

En 2010 fue declarado culpable y condenado a 35 años de prisión por ser el responsable de la prisión de Tuol Sleng, un centro de exterminio conocido como S-21 situado a las afueras de la capital, Phnom Penh, donde se calcula que murieron unas 16.000 personas.

El condenado recurrió la sentencia y pidió la absolución por considerar que él sólo cumplía órdenes y no era un destacado cargo del régimen de los jemeres rojos. La fiscalía también apeló la sentencia para pedir cadena perpetua conmutable por no menos de 40 años de prisión.

El tribunal ha rechazado el recurso de Duch y ha elevado la pena a cadena perpetua al declararle culpable de exterminio. Además, desestima el peso de los atenuantes y anula la compensación por el tiempo que ha pasado en la cárcel sin juicio y que le hubiera permitido salir en libertad en 18 años.

Hasta el momento, el responsable del centro de detención S-21, hoy convertido en un memorial en recuerdo de las víctimas, ha sido el primero de los altos cargos del régimen del Jemer Rojo en ser juzgado. El Tribunal tiene procesos abiertos contra otros tres exdirigentes del régimen de Pol Pot, todos ellos de avanza edad: el presidente de la Kampuchea Democrática, Khieu Samphan, el ideólogo del régimen, Nuon Chea, conocido como "hermano número dos" y el exministro de Exteriores, Ieng Sary. La esposa de este último, la exministra de Asuntos Sociales Ieng Thirith, ha quedado fuera del proceso hasta que los peritos evalúen si padece Alzheimer, como sostienen sus abogados.

Los jemeres rojos, dirigidos por Pol Pot, establecieron entre 1975 y 1979 la Kampuchea Democrática, un régimen maoísta extremo que pretendía crear una nueva sociedad agraria y comunitaria donde el campesino era el paradigma del hombre nuevo. Para ello vaciaron las ciudades y enviaron a la población al campo para ser reeducada.

Se persiguió cualquier signo de “aburguesamiento” u occidentalización desde los libros, al dinero o a llevar gafas. El país se convirtió en un gran centro de trabajo. El hambre, las enfermedades, los trabajos forzados y las ejecuciones sumarias acabaron con la vida de cerca de dos millones de camboyanos en cuatro años, una cuarta parte de la población del país.

La caída del régimen de los jemeres rojos no implicó su persecución. Pol Pot murió en 1998 en libertad, en la selva, donde se refugió. En los noventa, algún dirigente fue detenido y posteriormente amnistiado y hasta ahora ninguno de sus líderes había recibido una condena en firme.

La creación de un Tribunal Internacional empezó a gestarse en la década de los noventa, pero su constitución bajo los auspicios de Naciones Unidas no se formalizó hasta 2006 con la formula de un tribunal mixto, con jueces extranjeros y camboyanos. Hoy, seis años después, ha dictado la primera sentencia firme.