Redacción
31/01/2012
El gobierno japonés ha aprobado nuevas regulaciones de seguridad para el sector de la energía atómica que limita a un máximo de 40 años la vida de las centrales nucleares.
El proyecto de ley, elaborado por el ejecutivo, pretende extremar las medidas de seguridad en las centrales nucleares, que el accidente de Fukushima ha revelado claramente como insuficientes.
Las nuevas medidas contemplan limitar la vida útil de los reactores nucleares a 40 años, que se podrá ampliar un máximo de otros 20 en circunstancias excepcionales.
Actualmente no existe en Japón ningún límite que obligue a la clausura de las plantas nucleares. De hecho, alguno de los reactores de la central de Fuskushima Daiichi llevaban funcionando desde 1970.
El
proyecto de ley también obligará a las centrales a implementar medidas para prevenir la emisión de sustancias radiactivas en caso de accidente y permitirá a la administración paralizar las plantas nucleares si se detectan irregularidades.
El gobierno también pretende crear una nueva agencia de regulación de la energía nuclear, que unifique todos los actuales organismos, que coordine todas las acciones y que dependa del ministerio de Medio Ambiente.
Una de las principales quejas de la opinión pública, tras el accidente de Fukushima, es que la actual Agencia de Seguridad Nuclear, dependiente del ministerio de Comercio e Industria, estaba más preocupada en promover las centrales nucleares que en supervisar las instalaciones.
Un tercio de la electricidad que se genera en Japón proviene de las plantas nucleares. En la actualidad Japón tiene 54 reactores, la mayoría siguen sin estar operativos desde el accidente de Fukushima y muchos de ellos superarán los 40 años de antigüedad en los próximos años.
Coincidiendo con este nuevo proyecto de ley, que deberá ser aprobado por el parlamento, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ha revisado las instalaciones nucleares japonesas y ha determinado que han superado los llamados “tests de stress”.
El equipo de la AIEA reconoce que las instalaciones revisadas superan las pruebas, pero deja al gobierno japonés la iniciativa de decir las que son seguras y deben permanecer operativas.
La AIEA recomienda a las autoridades mejorar los canales de comunicación con la población que reside cerca de las plantas atómicas y establecer planes para hacer frente a posibles accidentes y evitar errores cometidos ante el accidente de Fukushima, el segundo más importante de la historia tras Chernobil.