Redacción
05/12/2011
El acceso de las grandes cadenas de distribución internacionales, como Wal-mart, Tesco o Carrefour, había esperado dos años hasta que hace diez días, el
gobierno indio anunciaba solemnemente que elevaba el techo de las limitaciones que pesaban sobre ellas para evitar su fuerte competencia con los negocios locales.
Sin embargo, desde que se anunciara la medida, este 25 de noviembre, se han multiplicado las críticas a una decisión que amenaza con causar graves desequilibrios en el sector.
Los detractores de la modificación legislativa aducen que las multinacionales reventarán el mercado, con la consiguiente pérdida masiva de puestos de trabajo, y se perjudicará gravemente a los productores indios, especialmente los agrícolas, que verán cómo se les pagan precios más bajos.
Un alto porcentaje de familias indias siguen teniendo como principal ingreso su trabajo en el campo.
Los defensores de la liberalización afirman que una mayor competencia en el sector de la distribución permitirá reducir los precios finales en el consumo, algo beneficioso para una economía amenazada por la inflación rampante.
La reforma para abrir el sector a las multinacionales permitía a compañías extranjeras tener el 51% de participación, es decir, el control, de empresas multimarca, como los supermercados. Sin necesidad de asociarse con empresas indias, la nueva legislación autoriza a abrir tiendas de venta de una sola marca, tipo Zara o Apple.
Hasta ahora India sólo permite la inversión extranjera en el mercado mayorista y en el minorista obligaba a asociarse con empresas locales.
Mamata Banerjee, líder del Congreso Trinamool, que aporta 19 diputados a la mayoría gubernamental liderada por el Partido del Congreso, que se opone a la liberalización del mercado minorista, ha afirmado que el ministro de Finanzas, Pranab Mukherjee, le ha asegurado que la legislación no se modificaría hasta que no exista un amplio consenso para ello.